Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 20 de septiembre de 2012

Desde Macondo. SAN MATEO

       Hay que fastidiarse. Ni en Ferias podemos librarnos de la maldita economía (macro y micro) que se ha adueñado de nuestras casas, nuestras vidas y nuestro ser. Pienso en la Feria y la imagen que me devuelve el pensamiento no es la de las tómbolas, los chiringuitos, la noria o el tren de la bruja.  Ni apelando a la gula, ya saben, pinchos morunos, montaditos de lomo o morcilla de El Pastor, consigo tener cuerpo de jota.
       Y es que me ha dado por pensar en el “titular” de la Feria, en San Mateo, que se me representa con unas tijeras y un enorme saco en el que va echando nuestros dineros, nuestra alegría y nuestras ganas de feria.
       San Mateo. Mira que hay nombres en el Santoral y advocaciones a las que encomendarnos. Seguro que cualquier santo será más dicharachero y adecuado, especialmente en estos momentos, que el susodicho, que tenía como oficio recaudar impuestos y que, por tanto, era odiado y temido a partes iguales. Eso sí, hasta que Jesús lo llamó a su vera.
      Dice su biografía, que me la he leído, que los publicanos o recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente, y a Mateo le atraía la idea de hacerse rico prontamente, apretando las tuercas a los pobres ciudadanos e insensible a su sufrimiento y a las penurias a las que los condenaba por su voracidad recaudatoria.
      En fin, se hizo bueno y le pusieron su nombre a la Feria de Talavera. Y en esas estamos, intentando pensar en el buen hombre y olvidando todo lo demás, aunque sea labor de titanes.
       Entre IVAS, comienzo de curso, algún excesillo de verano y cuestas de septiembre, octubre, noviembre…por subir, no estamos en el mejor escenario para honrar a San Mateo, pero hay que intentarlo. Igual intercede para que sus “colegas” del tiempo presente también abandonen la senda del mal y se reciclen en hombres buenos, piadosos, compasivos, comprometidos con los que menos tienen, luchadores contra la codicia y la explotación del débil.
      Con sus loros multicolores, sus gallinas que ponían cien huevos de oro al sonde la pandereta, el mono amaestrado que adivinaba el pensamiento, el aparato para olvidar los malos recuerdos y el emplasto para perder el tiempo, llegó la Feria a Macondo.
      Y ni la imagen de San Mateo, con su bolsa y sus tijeras pudo recortar del todo la alegría.
        Felices Ferias.
 
 

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