Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

miércoles, 10 de agosto de 2011

DESMONTANDO EL MUNDO

Nunca he sabido arreglar lo que se ha roto; no supe jamás cómo pegar los trozos del jarrón que se hizo pedazos, ni colocar el trozo de cielo del puzzle que se movió de su sitio, o la pieza del mecano que accidentalmente se descolocó o las páginas del libro que, a fuerza de ser releídas, campaban por sus respetos, fuera de toda encuadernación al uso. Ni siquiera fui capaz, en su momento, de recomponer mi corazón cuando uno de esos choques de la vida lo quebró. Si acaso, sirvo para hacer chapuzas, para disimular cicatrices, para maquillar fracturas, que siguen estando ahí, aunque no de forma tan ostensible.
No sé si soy buena para empezar algo nuevo pero, desde luego, soy negada para recoger pedazos, para el bricolaje más esencial en todos los órdenes de la vida.
¿Cómo voy a poder recomponer el mundo? Será el calor, las largas tardes de verano, los escenarios de muchos años de mi vida o la edad que no perdona, pero, sea lo que sea, todo me impulsa a mirar atrás, a pensar en la vida que fue y ya o es, en el mundo del que cada día, a cada instante, salta un pedazo y me cae encima, recordándome que no puedo volverlo a colocar en su sitio. Que no puedo. Que no sé.
No sé cómo acabar con la sangre en Siria o en Libia, o en Afganistán; no sé cómo dar de comer a tanto hambriento en África, cómo mirar a los ojos a los jóvenes indignados, calmar los ánimos en Inglaterra, decir a los mercados que sean solidarios, a las Bolsas, que no hace falta ser millonarios, sólo vivir decentemente, a los políticos, que se acerquen a la gente, que sean gente, al Papa, que intente parecerse a ese Jesús sobre el que predica; a los niños, que sigan aprendiendo a hacer puzzles, porque lo van a necesitar, a...
No sé como volver a montar el mundo desmontado. Cómo mirar adelante. Me aterra mirar atrás, porque creo que me convertiré en estatua de sal, paralizada al comprobar todo lo que se ha quedado en el camino.
Amanece en el desierto, y los granos de arena tampoco son los mismos. Han cambiado durante la noche.

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