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viernes, 10 de septiembre de 2010

LA HOGUERA DE LAS VANIDADES (A propósito de las quemas del Corán)

Vamos p'atrás como los cangrejos. Yo creía que eso de arrojar a la hoguera libros, cuadros, pergaminos, legajos y demás bienes relacionados con la cultura había pasado a la Historia. Lo de la famosa "Hoguera de las Vanidades" creo que fue en Florencia, allá por el siglo XV, cuando seguidores de un monje iluminado quemaron miles de objetos "inmorales y pecaminosos", tales como partituras musicales, espejos, maquillajes, cuadros de la mitología clásica y, por supuesto, libros.
Como casi todos, tengo en la memoria la quema de la biblioteca de Alejandría, las "hazañas" de la Inquisición, lanzando al fuego purificador libelos herejes sin fin, o la condena a todos los textos andalusies escritos en árabe (gesta que nos podemos apuntar los españoles, junto con la destrucción de textos mayas y de otras culturas indígenas que siguió a la conquista de América).
Si me apuran, me vengo más cerca en el tiempo, hasta la Alemania nazi y la terrible noche en la que ardieron millones de páginas inocentes en su mayoría. Y dicen las malas lenguas que, tras el golpe de Pinochet, miles de libros sufrieron la cruenta represión de los vencedores.
Está claro, tras este breve repaso por las desdichas del papel impreso o manuscrito, que no son precisamente los más cultos o los más tolerantes (o los que tienen menos complejos), los "asesinos" de libros. En cualquier caso, la Historia ya los ha juzgado.
Pero yo no me resisto a juzgar al imbécil que está promocionando, desde hace unos días, la quema del Corán en Estados Unidos, creo que en Florida. Independientemente de las connotaciones políticas que puede tener tal llamamiento, en los tiempos que corren, quemar un libro es un sacrilegio (y no digo yo que muchos no merezcan el olvido más absoluto). Me da igual el Corán que la Biblia que la Torah o el Kamasutra. Si además, el "pirómano" lo hace por falta de respeto, por intolerancia o por ganar feligreses, es como para pensar en Juana de Arco con cara de Terry Jones ¿Cogéis la idea? Eso es, que el pastor de marras es el que tendría que figurar en lo alto de la pira, con la leña a los pies y un montón de gente increpándole.
En fin, como no somos todos iguales, esperemos que se imponga la cordura, que la historia no se repita, que no volvamos a la Inquisición o a Alejandría.
Que pasemos página.

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