Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 27 de mayo de 2010

LA LECHE

Esto no va de calificativos a la situación que vivimos, ni de improperios ni de exclamación. Va simplemente de eso, de leche. En las noticias diarias, y entre crisis, créditos, rebajas salariales, congelaciones, tropezones, errores y erratas, la leche se ha hecho un hueco muy digno, tal vez por lo que tiene de blanca, fresca, vital y eterna.

Se ha colocado el primer expendedor de leche fresca en Talavera; se va a celebrar el día de la leche, con reparto incluído. Son dos titulares de esta última semana... Y son la leche.

La crisis, las cuotas y los precios, entre otros factores, han propiciado soluciones imaginativas, como la máquina expendedora, y han movido a los ganaderos a concienciar a la población (no derramándola, como otras veces, sino regalando un vasito de leche a todos los que se acerquen. No es por nada, pero también es un signo de los tiempos).

Yo no llegué a esa leche en polvo repugnante y amarillenta que repartían en las escuelas, según me han contado mis hermanos mayores. Fui directamente al "triángulo", un precursor del tetrabrick al que se le cortaba un piquito para sorber algo que no era, ni por asomo, lo que hoy mezclo con el café. Y luego al botellín, en fila india y a la hora del recreo. Decían que la mandaban los americanos. No sé. A mi me sabía fatal. Claro, que en mi casa, afortunadamente, había leche de verdad, de esa que se hervía tres veces hasta hacer una nata espesa que luego se comía con azucar y canela.

Esa que ahora se regala, o se vende como elemento exótico en un expendedor callejero.

Los años, los malos tiempos o qué se yo te hacen revivir con asombrosa lucidez cosas que han pasado décadas en el baúl de los recuerdos y que, en teoría, no deberían salir nunca.

Pero ya ven, la leche es noticia, mala noticia, y aunque aquí se refleje escrita en la arena, no parece ser algo que se lleve el viento para siempre. Qué mas quisieran los productores.

Una vez, con la inconsciencia de los pocos años-menos de 18-, se me ocurrió en Carnavales pintarme de blanco, empolvarme el pelo y vestir de los pies a la cabeza del mismo color inmaculado, con un cartel en el pecho que rezaba "Soy la leche". Ahí dejo la idea. Ha pasado muchíisimi tiempo y no es marca registrada.

En fin, he pretendido que estas letras sean diferentes, que aunque, escritas en la arena, permanezcan lo suficiente para servir de apoyo y aliento a los que ven como se resbala entre sus dedos el objeto de tantos desvelos, el pasado y el futuro de muchas generaciones de gentes de la comarca de Talavera.

He leído por alguna parte que la leche de camella-que he tomado y no aconsejo-es muchas veces lo que separa la vida de la muerte en el desierto. Tal vez estemos a tiempo de resucitar al sector exhausto y deshidratado.

1 comentario:

  1. Sigues siendo la leche. Ya te haremos la camiseta, pero esta vez para diario.

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