Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

lunes, 19 de diciembre de 2011

CARTA A MARIANO NOEL

Querido Mariano Noel:
Escribo esta carta apresuradamente, y después de dar muchas vueltas a la idea de enviarla. Sé que a estas alturas ya tienes el trineo cargado, los renos enganchados y estás a punto de iniciar tu viaje, pero confío en llegar a tiempo, y también en la magia, que puede hacer aparecer regalos de última hora y hasta algunos que ni tan siquiera se habían pedido.
Nunca en mi vida, ni cuando era pequeña, he escrito una carta a los Reyes Magos o a Papá Noel. Siempre he confiado en su buen criterio y, aunque a veces me he sentido un tanto decepcionada, me he conformado con lo que traían.
Pero ahora es diferente. De ahí que tengas en tus manos esta carta que, aunque torpe y mal redactada, espero sea tenida en cuenta.
En pocas horas empezarás a repartir regalos; y llegarás todos los hogares, a los ricos y a los pobres, a los encantados y a los desesperados, a los ilusionados y a los resignados. A los que han pedido todo y a los que ya no esperan nada.
Mi carta es para pedir que no dejes carbón en las casas de los trabajadores, en la de los desempleados, en aquellas en las que se ha cebado la desgracia en forma de enfermedades graves, discapacidades, malos tratos, ancianos solitarios o emigrantes que no pueden volver a su país.
Tampoco te portes mal con las asociaciones que trabajan porque todos ellos, los citados más arriba, puedan tener una mínima calidad de vida, puedan al menos vegetar. Ni con los centros de enseñanza públicos, que aseguran que la educación llegue a todos, sin distinción de renta; ni en los hospitales, porque en la enfermedad debemos todos ser iguales. También en la salud, pero eso va para largo.
Saca de tu trineo las tijeras de recortar el mínimo estado del bienestar, porque tampoco estamos tan bien, y no sé si resistiríamos estar peor. Tal vez, retirando alguno de los juguetes caros que pensabas dejar en otras casas, se pueda compensar de alguna forma.
Es cuestión de repartir, y puedes hacerlo con tu magia. Con un coche caro, o un yate, el cheque de un Banco o un palacio, igual se pueden pagar varias docenas de sueldos de esos bajitos, de los que tienen la mayoría de las personas de este país.
Te pediría otras cuantas cosas, pero el tiempo apremia y no te quiero retrasar. Además, no quiero abusar.
Sé que me has entendido. Ojalá esta carta no caiga en saco roto, y pueda-podamos-seguir creyendo en los milagros, en la magia de la Navidad y en la generosidad de Papá Noel y los Reyes Magos.
Miraré al cielo para ver pasar la estrella, y aguzaré el oído para escuchar las campanillas que anuncian tu llegada. Que tengas un buen viaje.

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