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lunes, 29 de julio de 2019

Desde Macondo. ... Y CIERRA ESPAÑA


Nos lo han puesto a huevo. Con perdón. La semana del santo patrón, la investidura fallida, el mes de agosto llamando a la puerta… Pues eso, “Santiago, y cierra España”.
          Nunca he entendido muy bien ese grito de guerra que lanzaba el capitán Trueno antes de entrar en una de sus trifulcas, casi siempre para defender a una bella dama. Una mezcla extraña, la de cerrar, la invocación al Santo, el ruido de sables que, al parecer, pronunciaban ya durante la Reconquista (eso lo sabrá bien Abascal), antes de entrar en batalla para salvar España del infiel.
          Tal vez sea cuestión de dónde se coloca la coma. O de no ponerla. Y que conste que no soy la única que no lo entiende. “Ya Sancho Panza manifestaba mis mismas dudas cuando pide a Don Quijote: ‘Querría que vuesa merced me dijese qué es la causa por que dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, Santiago, y cierra España. ¿Está por ventura España abierta, y de modo que es menester cerrarla?’. Y como yo, tampoco obtiene respuesta, porque el caballero se limita a decirle, sin más explicaciones,  ‘Simplicísimo eres, Sancho’.
          El caso es que España está cerrada, que ha pasado, casi, el mes de julio y que agosto suena a sopor y a todo parado esperando septiembre. No voy a hablar más del bochorno y la indignación que hemos sentido todos los “simples”, y que ya dura demasiado.
          Y que más allá de rimbombantes declaraciones, de supuestos enfrentamientos de altura, y digo supuestos porque a mí me parecen de lo más zafios, y del bye bye de sus señorías hasta septiembre, ha cerrado su España, pero no la nuestra. Desde el hemiciclo, desde los mullidos sillones o desde sus lugares “de reflexión”, malamente se divisan los problemas de las ciudades, de los pueblos, y no digo nada, de los hogares.
          Hay que seguir asfaltando calles, y manteniendo piscinas, y apartando un poquito de dinero para las fiestas patronales varias, que también tenemos derecho a la diversión; y pagando las facturas de luz y agua, y de alquiler. Y reparando el coche averiado o el aire acondicionado, que no da más de sí.
          No vendría mal que los “negociadores” se dieran una vueltecita por sus dominios, a los que representan, por los que han sido elegidos, para comprobar las angustias que se pasan en Ayuntamientos con proyectos paralizados, sin saber quién tendrá que ejecutarlos finalmente, sin posibilidad de “idear” cosas nuevas que los saquen del hoy, porque no tienen a quien contarlas, ni fuente de financiación a la que acudir.
          No se cierran las puertas del Congreso. Se cierran muchas más y, sobre todo, se estanca el presente y se retrasa el futuro.

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