El presidente del Banco Central Europeo,
Mario Draghi, autoridad económica y listo entre los listos, ha llegado a la
conclusión de que la precariedad laboral es “una de las grandes causas de la
mediocre recuperación”. Eso también lo digo yo, y no soy presidenta de nada, ni
de la comunidad de vecinos. Soy más simple que comerse un huevo, y por eso me
extraña que señor tan docto haya tardado tanto en señalar lo que todos vemos.
Y ha rematado con una sesuda reflexión,
que el subempleo y la temporalidad, dos de los efectos de las reformas
laborales en países como España, han hecho que los salarios sean más flexibles
para bajar, pero no necesariamente para subir”. Que le den el Nobel de
Economía. A él y a todos los gurús de la recuperación, a los que se jactan de
haber compuesto un hermoso poema, sin pensar para nada en los versos sueltos,
los que no riman con entusiasmo, ni con beneficio, ni con estabilidad ni mucho
menos, con futuro. Si acaso, con subsistencia.
Los listos que todo lo saben se han
afanado en hacer un cuidado soneto, de esos que incluyen términos como paraíso,
néctar, flores, amanecer y horizonte brillante. Sin versos sueltos que
estropeen su rima perfecta. Han titulado su poema como “Fin de la Crisis”, con
cada línea, cada verso, medido hasta la exactitud, sin una sílaba más, sin
rimas malsonantes. Para leerlos y comentarlos en círculos selectos y con las
puertas y ventanas cerradas para que no distraiga el paisaje de fuera.
Les sonará bien a los de siempre, a los
que hablan de déficit, de deuda, de austeridad (para otros) y demás conceptos
que no caben en nuestra forma de entender la poesía; pero habrá millones de
versos sueltos. Solidaridad no rima con usura, paz no rima con guerra; ni
trabajo con paro, ni confianza con miedo, ni futuro con presente, ni muerte con
vida, ni compartir con robar. Ni ser con estar. Ni salario con pobreza. Ni
recuperación con explotación.
Resulta que ahora a los listos que todo
lo saben no les salen las cuentas. Han dejado fuera de su poema neoliberal demasiados
versos sueltos, demasiados pobres, la clase media empobrecida, trabajadores con
salarios y condiciones medievales. Se han pasado, y eso también es malo para
ellos.
Para muchos es demasiado tarde. Se han
quedado por el camino de la “recuperación”. Pero tal vez estemos a tiempo de
buscar nuevos poetas, de encontrar quien haga versos de verdad, desde el
corazón y con corazón. Aunque no sean tan listos. Aunque no lo sepan todo.