Siempre se ha dicho que septiembre es el mes en el que se
producen más separaciones o divorcios. Tal vez sea leyenda urbana, que no he
visto datos que lo corroboren, pero
puede que hasta tenga su lógica. Salida de la rutina, horarios relajados, más
tiempo juntos, los niños en casa crispando los nervios, y la vuelta a la
normalidad, a dos meses vista, muy lejana.
Por buscar una explicación, porque lo que no la tiene, en
ningún caso y por muchas vueltas que le doy es que Julio, que acabamos de dejar
atrás, sea tradicionalmente, el mes más
cruento para la violencia machista. Comprobado y con las estadísticas en la
mano, que aquí no hay bulos ni leyendas que valgan. Y para más inri, este
julio, el de 2019, se ha señalado, especialmente, con nueve mujeres y un niño
asesinados, el peor dato desde hace 16 años.
Será casualidad. Siguiendo la lógica de los divorcios, tal
vez los asesinos quisieran ahorrarse problemas a la vuelta del verano. O no
pudieran soportar la idea de que su expareja disfrutara de unas vacaciones, o…
O nada, porque es absurdo buscar explicaciones a lo que es
tal monstruosidad que se escapa de cualquier estudio lógico. Por la razón que
sea, quien concibe a las mujeres como violables, maltratables, asesinables,
propiedad exclusiva del macho alfa, ha encontrado en este mes mejores oportunidades
para llevar a cabo sus propósitos. Sin estadísticas que valgan.
Si acaso, porque ocupados cada cual en lo nuestro, con la
vista puesta en el mar o la montaña, prestamos menos atención a la atrocidad de
turno, que acaba siendo poco más que una columnita en los periódicos: “Nuevo
caso de violencia de género”. Y en eso nos quedamos, salvo que haya algún
detalle truculento, que estén los hijos delante, que le haya dado 45 puñaladas,
o algo así, que nos haga detenernos unos segundos más.
No hay mes, ni semana, que no nos sacuda un asesinato. En
julio, más, ya veis. Me encantaría poder recordar un mes en el que no se haya
producido una noticia así. Pero no lo hay.
De momento, es tan irreal como Macondo con sus mujeres
mágicas, con Úrsula, que dirige con mano de hierro a siete generaciones de
Buendías; con la exuberante Petra, la vida en mayúsculas, con Fernanda del
Carpio; con Sofía de la Piedad, que sólo existe en el momento preciso; con la
cándida prostituta Eréndira y su abuela desalmada, con Amaranta, virgen, y con
Remedios, que asciende a los cielos tras haber llevado a la muerte a todo varón
que la pretendiera.
Vivas siempre.
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