Así,
sin más datos, hasta suena bien. Un proyecto, con un nombre tan
sonoro, tiene necesariamente que ser bueno. Hasta en inglés da
buenas vibraciones. Ya. Pues de bueno, sólo la alusión al tierno
pajarillo cantor, que por cierto, está amenazado como tantas otras
especies del planeta.
Pero
eso es otra cuestión. La que nos ocupa, se acaba de conocer, y
aunque ha supuesto un considerable escándalo, no me explico que no
haya sido mucho mayor. El
gigante tecnológico Google recolectó
sin permiso datos médicos de decenas de millones de personas, dentro
de una iniciativa denominada así, Proyecto Ruseñor.
El
acuerdo fue suscrito en secreto el año pasado, aunque el intercambio
de datos entre Google y compañías médicas que agrupan centenares
de empresas. Vale que ha sido en Estados Unidos. O eso es lo que nos
cuentan, que no está la cosa para fiarse. El caso es que Google,
supuestamente, se ha hecho con datos personales muy muy sensibles,
entre los que figuran diagnósticos médicos, resultados de pruebas
en laboratorios y registros de hospitalización, vamos, un historial
médico completo, incluidos los nombres de los pacientes y las fechas
de nacimiento.
No
es que una sea nadie de importancia, ni que tenga enfermedades
inconfesables, más allá de las propias de mi edad y de mi escaso
respeto por la vida sana, pero inquieta pensar que alguien conoce mis
problemas con el tiroides y puede utilizarlo (no se me ocurre para
qué, pero a ellos seguro que sí); o que sabe antes que yo que me he
pasado con el azucar desde los últimos análidis o que me he
olvidado más de lo deseable de tomar las pastillas a las que estoy
abonada de por vida.
Podría
entender que se interesaran por la salud o la falta de ella de
banqueros, empresarios de postín, políticos o famosos. Aunque
seguro que sus datos ya los tienen. Y ahora nos cuentan que los
quieren para una buena causa, para diseñar un nuevo software, que
respaldado por inteligencia artificial y sistemas de aprendizaje
automático, puedan hasta sugerir cambios en el tratamiento de los
pacientes. La compañía dice que su objetivo es “en última
instancia, mejorar los resultados, reducir los costos y salvar
vidas”. Que ya sabemos todos que Google es lo más parecido a una
ONG que conocemos.
No,
si todavía tendremos que darles las gracias, y mostrarnos encantados
de que sepan hasta el uñero que tenemos en el pie derecho. Que es
por nuestro bien. No para que ellos ganen más dinero dirigiendo
nuestros gustos y necesidades a las empresas que mejor les sirvan.
Eso es de mal pensados. No
suena bien. Mejor Proyecto Ruiseñor.
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