Telediario. (Da
igual en qué cadena). Bloque de información electoral (casi el 90 por ciento,
con unos minutos para el tiempo y los deportes). Una ciudad española, da igual
del norte que del sur, del este que del oeste, y un montón de señores/as
trajeados o del más riguroso sport, según la “ruralidad” del escenario. Una plaza, un centro social, un parque o un
teatro. Y muchos gritos. Cierro los ojos… Y me teletransporto.
Tengo
la extraña sensación de llevar viendo, ininterrumpidamente desde ni se sabe cuándo,
uno de esos episodios de El Hombre y la Tierra con los que Rodríguez de la
Fuente nos mostraba las curiosidades de la fauna ibérica. Concretamente el de
la berrea de los ciervos, y en blanco y negro, por supuesto.
Para
que se enteren los urbanitas, la berrea, que tiene lugar en los primeros días
del otoño, es el momento en que los venados buscan asegurar la continuidad de
su estirpe, marcando su territorio y enfrentándose a otros machos que quieren
hacer lo propio. Por eso entre los sobrecogedores berridos, se cuela el
impactante sonido de los cuernos chocando entre sí, de los topetazos que se
propinan buscando una victoria que se traducirá en más hembras y más espacio
vital.
Y
diréis que a qué cuento viene la berrea en este espacio. Hace mucho tiempo,
cuando miraba las cosas con los ojos limpios y dispuestos para llenarse de mil
y una imágenes nuevas, tuve ocasión de disfrutar del espectáculo de la berrea
del ciervo. Muy cerca, tanto que daba miedo. Y mi ignorancia del mecanismo
hormonal de los cérvidos se puso de manifiesto cuando el guarda de la finca me
dijo eso de "no se preocupe, no la
ven. Ellos están a lo suyo". Lo suyo era perpetuar su especie, luchar
por su territorio y asegurarse el futuro.
Los
discursos electorales, cual si fueran el machacón sonido de los cuernos, tiene
mucho que ver con la realidad que estamos viviendo. Unos y otros dándose
topetazos entre sí sin notar siquiera que alrededor estamos nosotros los que
los alimentamos, los que cuidamos la finca en la que pacen y esperamos que, a
cambio, se preocupen un poco por nuestras cosas.
Unos a lo suyo, berreando en distintos
tonos, según convenga, y los demás, simples espectadores de una guerra que no
es la nuestra, que no nos asegura el futuro, ni tan siquiera el presente,
porque somos meros trofeos del ganador. Sin más.
Por
supuesto, que unos más que otros, que por mucho que cierre los ojos no consigo
borrar la imagen de la demostración de poderío de Salvini y miles de vociferantes
seguidores ultraderechistas, de todos los puntos de Europa, en el Duomo de Milán,
sacando pecho. Exhibiendo cornamenta. Y calificando las próximas elecciones
como "un referéndum entre la vida y la muerte".
Es
primavera. No es tiempo de berrea y sí de pensar que esto no es un documental
de Naturaleza, y que nos jugamos mucho con la elección. Que hay que diferenciar
los sonidos, apartar los “topetazos” y quedarnos con los mensajes que hablan de
igualdad, de justicia, de solidaridad. De futuro.
Excelente artículo. un abrazo.
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