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jueves, 7 de marzo de 2019

Desde Macondo. #STOPFEMINAZIS

Quiero creer (aunque sea mucho suponer) que los descerebrados que han lanzado a la calle el autobús con el lema de marras se habrán dado cuenta, a estas alturas, que han conseguido el efecto contrario, que la ridícula foto de Hitler maquillado y sus mensajes medievales, o antediluvianos, que no me he levantado generosa, son el ejemplo claro, la prueba viva, de que se necesita más que nunca el feminismo combativo que destierre para siempre a los cavernícolas, supremacistas trasnochados, casposos y rancios que aún pululan por ahí, y que se acogen a los derechos que niegan a otros para lanzar sus diatribas de odio.
          Quieren que se deroguen las leyes de violencia de género y niegan que exista una violencia hacia las mujeres por el hecho de serlo, y porque a su juicio,  existe violencia hacia la mujer, hacia los hombres, hacia los niños, hacia los ancianos… Ya, y hacia los animales, y hacia los muebles, cuando das un puntapié al armario que se resiste a ser cerrado. Pero no es esa la cuestión, ni la intención.
          Tampoco entiendo bien qué pinta Hitler en el mensaje, que el régimen nazi destilaba testosterona por los cuatro costados, vamos, que no se distinguió precisamente por la defensa y promoción de las mujeres, una lucha que, a lo largo de los tiempos, ha sido cosa de la izquierda, y muy alejada de la derecha y las dictaduras.
          En estas fechas manda el violeta. Y no lo soportan. Carteles,  plenos extraordinarios, actividades varias, declaraciones institucionales, lazos en las fachadas y hasta huelga.  En femenino plural, que estamos muy hartas de masculino singular, que ya no hay singularidades que valgan, por mucho que recorran España en autobús. 
          Que ya está bien.  Somos más de la mitad de la población. Han pasado muchos años desde que empezamos a votar, a estudiar, a integrarnos en el mundo del trabajo… Y aquí estamos. Copando las cifras del paro, con empleos peor remunerados que los hombres, con años más largos, que una mujer tiene que trabajar 418 días para ganar el mismo dinero que un hombre cobra por 365 días de trabajo.
          Pero además somos  violables, maltratables, asesinables. Propiedad del macho alfa, que se permite pasear en autobús y pasarse por salva sea la parte de su anatomía todos los colores violeta del mundo.
          ¿Qué ha vivido esta gente? ¿Qué ha leído? Desde la primera vez que tuve en mis manos Cien Años de Soledad me atraparon sus mujeres. Úrsula, que  dirige con mano de hierro  a siete generaciones de Buendías;  la exuberante Petra , a cuyo paso los animales se reproducían por millares, Sofía de la Piedad, con el don  de no existir salvo  en el momento preciso; la lánguida jovencita prostituta, y su abuela desalmada amasando una fortuna con su  nieta., Remedios la Bella, que asciende a los cielos entre una nube de flores amarillas tras acabar con todo varón que la pretendiera.  Felices o desgraciadas.  Acompañadas a todas horas o eternamente solas. Mujeres. Tan altas, bajas, rubias, gordas o flacas, listas o simples, madres o no, trabajadoras o desempleadas, serias o alegres. Como cualquier hombre. Como cualquier persona.
          Y tan poderosas como para callar a cualquier imbécil que a dos patas o sobre ruedas nos quiera llevar de vuelta al pasado.

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