Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 21 de marzo de 2019

Desde Macondo. RECUPERAR LA VIDA

Muchos no lo recordaréis. De hecho, ni siquiera puede estar en la hemeroteca de este diario que tenéis en vuestras manos. Para mí, será por la edad o por las buenas noticias (entre interrogantes aún), sobre el caudal del río, se ha situado en primer plano de mis imágenes del Tajo. En 1998, un par de días antes de que La Tribuna de Talavera estuviera en las calles, el río decidió hacerse presente en nuestras vidas, y nos proporcionó una semana de sobresaltos, de arroyos desbordados, de caudal preocupante por lo alto (ciencia ficción en estos tiempos), de indignación por los desembalses, y de “romerías” a la presa de Cazalegas para ver el espectáculo ensordecedor de las compuertas abiertas.          
          No creo que eso pase nunca más, por muchos años que vivamos, y con la certeza de un cambio climático que cada vez nos desertiza más. Pero nadie podrá quitarme el recuerdo del río furioso queriendo tragarse todos los ojos del puente; de esa madrugada en la que todos dormimos con un ojo abierto, esperando el “pico” más alto de la riada que varios sótanos inundados, alerta en los centros sanitarios y bomberos haciendo horas extra.
          Ya veis lo que puede despertar en una mente calenturienta el mero anuncio de que los tribunales consideran que no se ha respetado el caudal ecológico, el que permite la vida, sólo la vida, sin episodios extraordinarios que, por otra parte, también son artificiales, como el trasvase o como que el Tajo desemboque en Murcia.
          Pero soñar es gratis, y más cuando todo es tan caro, cuando hace años que sólo vemos un río moribundo arrastrándose dolorido entre maleza e islotes de arena; cuando mosquitos y bichos inmundos de todo tipo han sustituido a peces y patos y es poco menos que un ejercicio de masoquismo pasear por las riberas en una noche cálida de verano. O de invierno, que también las estaciones se alteran a golpe de trasvases.
          Nos hemos agarrado como un clavo ardiendo (y no lo vamos a soltar, aunque nos quememos), a la sentencia del Tribunal Supremo que, aunque mucho más tarde de lo deseable, ha escuchado por fin la voz de los que llevan años clamando en el desierto para evitar la muerte definitiva del Tajo. No vamos a ver el río que cantaba Garcilaso en sus églogas, pero confiamos en ver un río. Lo que toda la vida (hasta que alguien decidió lo contrario), ha sido un río.
          Cuando los Buendía pensaban que no llegarían a ninguna parte, apareció un río de aguas diáfanas, que se precipitaban sobre un lecho de piedras blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente que muchas cosas no tenían nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.  Nosotros, aún no hemos olvidado conceptos como aves, naturaleza, brisa, poesía peces, agua… vida.
          Recuperarlos ya no es sólo un sueño.

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