Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

lunes, 28 de octubre de 2019

VUELTA A IÍTACA


Esto va de músicas, aunque las letras, omnipresentes, reclamen por derecho propio su espacio en esta columna.  Porque la banda sonora de mi vida está hecha de ambas cosas, de letras y de músicas, de canciones con mensaje, que se decía antes.
          Y que vuelve a decirse ahora. Yo creía que ha había llegado a Itaca, como en el poema de Kavafis, que ya guardaba en el baúl de los recuerdos los sonidos  con moraleja que me acompañaron en mi primera juventud, en los últimos coletazos del  franquismo, en la incierta Transición.  Ya había olvidado el escalofrío que recorría el cuerpo al escuchar eso de El Pueblo Unido Jamás Será Vencido, de Quilapayún, o el Todo Cambia, de Mercedes Sosa, o el Vientos del Pueblo, en la voz de Los Lobos; que no volvería a saltar con eso de Qué harías tú en  un ataque preventivo de la URSS; ni a corear La Estaca, de Lluis Llach.
          Pensaba que ya había llegado a Itaca, como el cantautor catalán tras décadas de canción protesta. Como Ulises después del largo camino: “… y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido con cuanto ganaste en el camino”. Nadie nos había avisado de que, andando el tiempo, deberíamos desandar lo andado, guardar las otras músicas que han sonado en el transcurrir de nuestros días, las que hemos ido descubriendo en cada momento, en cada situación, en cada etapa de la vida, para volver a empezar el viaje, mientras Penélope espera desesperada tejiendo y destejiendo tozudamente su tela.
          Hemos compuesto la sinfonía de nuestra vida, la banda sonora, mezclando flamenco y pop, rock y gregoriano, ópera y baladas, músicas del mundo, nanas y elegías. Alegrías, tristezas, con o sin letra, con ruidos y con silencios. De fondo o en primer plano, según el momento.
          El equipaje es ahora más abultado, distinto, pero parece que estuviéramos en el mismo puerto de salida. Con más años, con más músicas en el baúl de los recuerdos, en estos tiempos turbulentos la tele nos ofrece imágenes de jóvenes con el puño en alto, abrazados y coreando entusiasmados los mismos temas que sonaban cuando nosotros emprendimos el viaje.
          Y no sabemos si nuestros huesos cansados soportarán otra larga travesía, otras mil batallas en tierra y mar, si conseguiremos resistir el hechizo de Circe, cegar al cíclope o callar a las sirenas.
          O si es tarde para cambiar de banda sonora, cuando ya hemos oído demasiadas músicas.

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