Ya sé que con
la que nos está cayendo, con la que tenemos encima, no es precisamente
atractiva una columna que empieza con dos nombres impronunciables que pueden
referirse desde a cualquier cosa, desde algún reyezuelo infiel de la
Reconquista, que algunos han puesto tan de moda, a un par de inmigrantes libios
de los que se ahogan cada dos por tres en nuestras costas.
Pero nada más
lejos de ello. Abdel- Jalek y Abdel- Rahim son, eran, dos hermanos siameses de
Yemen que han muestro hace unos días al
no poder ser evacuados para intentar salvar sus vidas en otro país. La imagen
del padre saliendo del hospital con los cuerpos sin vida de los niños envueltos
en una toalla, me ha dolido tanto o más como esas otras de pequeños ahogados en
la playa o yaciendo entre escombros en lo que eran sus casas.
Abdel- Jalek y
Abdel- Rahim nacieron en el mismo cuerpo. Sus cabezas compartían riñón, brazos
y piernas. Sin embargo, contaban con espinas dorsales, pulmones, corazones y
sistemas digestivos separados. Los médicos del país habían pedido la cooperación internacional para salvar a
los pequeños que
requerían ser evacuados e intervenidos quirúrgicamente de urgencia, y en el
hospital, sin recursos por la guerra, no se podía llevar a cabo la operación
quirúrgica necesaria para sacarlos adelante.
Pero la vida
de los dos pequeños se ha topado de frente con un aeropuerto cerrado por el bloqueo
impuesto por la coalición liderada por Arabia Saudí. Así de fácil se acaba con
el derecho a la vida, y se termina envuelto en una vieja toalla en brazos de un
padre resignado.
Ya sé que hay casos mucho más terribles.
Que son muchos más de dos, más de 6.700, según UNICEF, los niños muertos o gravemente heridos en la
guerra de Yemen. Y muchos más en Siria,
en el Mediterráneo. Sin nombre y sin foto, Sin que hayan intervenido la ONU y
la OMS, como en el caso de los pequeños siameses, y aunque no haya servido para
nada. Hasta sé que esta columna no será interesante, porque es más de lo mismo
y ya aburre el tema.
Pero no me perdonaría nunca no haber
atendido la llamada de ayuda de Abdel-
Jalek y Abdel- Rahim ahogada por la toalla, pero pidiendo alto y claro que no
dejemos pasar casos como éste, que no permanezcamos insensibles ante el horror,
la intransigencia, el desprecio por la vida…
Porque lo habremos
perdido todo como humanidad. Y ya nos queda poco.
Gracias M. Ángeles. Hay tanto dolor a nuestro alrededor que, como en este caso, resulta insoportable.
ResponderEliminarAmiga M. Ángeles ante estas situaciones, siento tanta impotencia y rabia contenida que se me rompe el alma.
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