Cuarenta años tardó Pérez Galdós en
escribir sus Episodios Nacionales, el casi medio centenar de novelas
históricas que cuentan la historia de España en el siglo XIX, desde la Guerra
de la Independencia a la Restauración borbónica, pasando por la Primera
República. La verdad es que el siglo dio para mucho, pero habría que ver lo que
hubiera escrito Don Benito de vivir en nuestros días.
No sé en qué momento hemos asumido como
normales los “episodios” que nos suceden día a día; cuándo hemos decidido,
consciente o inconscientemente, cambiar el pan y la mantequilla del desayuno de
cada día por un sapo, de esos gordos, viscosos, con verrugas y ojos saltones a
los que hemos aceptado como animales de compañía. Así, sin más, venciendo la
nausea y tragándonos la bilis.
Ya ni nos asustan ni nos escandalizan.
Hasta nos permitimos bromear con ellos, y decir eso de “debo ser la única imbécil
que no se ha llevado nada”, o “no eres nadie porque no te ha espiado Villarejo”.
O la única tonta que sacó su título universitario con esfuerzo y en buena lid.
Y que no tiene master, por cierto. Qué lejos queda el primer episodio, tanto,
que ni lo recordamos, engullido por el siguiente, el siguiente y los que están
por venir.
Tomo a tomo han pasado por nuestras
vidas la Gurtel, la Púnica, los ERE, los Pujol, el caso Rato, las sociedades
off-shore, amnistías fiscales, los millones en Suiza, las mil y una formas de
defraudar a Hacienda, los paraísos fiscales… Los sapos tienen nombre de
banqueros, de empresarios de pro, de nobles, de ministros y presidentes, Lde
partidos enteros, de actrices y actores, de miembros de la realeza y
alrededores, y hasta de premios Nobel. Y
ahí están, mirándonos burlones porque ellos pasarán a la Historia, tendrán su
propio Episodio mientras nosotros nos disolveremos en la nada más absoluta. La
de los “nadie”, que diría mi admirado Galeano.
Los hemos incorporado a la cotidianeidad,
a la rutina. Son como levantarse y acostarse. Hay que hacerlo porque sí. Porque
es lo que toca en nuestra época. Son nuestros episodios nacionales, por más
que, cuando cerramos el libro, nos preguntemos perplejos cómo hemos llegado a
esto, por qué lo aguantamos por qué
somos capaces hasta de bromear con ello. A ver quien toca hoy. Qué sapo nos
espera para desayunar.
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