No
tengo muy claro si, tras las sucesivas leyes Educativas, con los consiguientes
cambios de programa, ha quedado como estaba la clasificación de los pronombres
que aprendíamos en la entonces llamada Primaria o EGB. Pero al pensar en ellos, me sale de carrerilla eso de
yo-me-mi-conmigo, tu-te-ti-contigo… Y los deliciosos versos de Salinas, “Para
vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los
pronombres!
Viene
esto a cuento del bombardeo de noticias económicas en la última semana, de la
EPA, el PIB hipermejorado, el IPC recuperado, el crecimiento por encima de lo
esperado, los discursos triunfalistas, los brotes tan verdes que parece que
vivamos en la selva esmeralda.
Ellos-se-si-consigo.
Y tan contentos. Será verdad, pero para la tercera persona del singular o del
plural. Nada para el yo ni para el nosotros. Ni conmigo ni con vosotros. Buenas
noticias, estamos muy contentos, se está cambiando la tendencia, esto va sobre
ruedas.
No
sé si es más grave que no se creen trabajo y riqueza, o que se haga y pase
delante de nuestras narices sin que la veamos, saltándose impunemente el orden
de los pronombres. Directamente a ellos, sin pasar por el yo y el tú.
Mi
corto entender, que me da apenas para recordar eso de personales, posesivos, demostrativos
e indefinidos, no alcanza a explicarse las buenas nuevas que nos venden; y para
colmo, mi natural desconfianza me recuerda que estamos en campaña, y que hay
que analizar cada oración por separado, morfema a morfema, que en cualquiera
nos la cuelan.
Hay
más parados, y eso que se ha marchado mucha gente, hay menos trabajo, de peor
calidad y remunerado por debajo de lo necesario para subsistir. No me sirve la
teoría del pollo, tú tienes un pollo, yo ninguno, pero las estadísticas dicen
que tenemos medio pollo cada uno. No se trata de ser mezquina, ni de no
alegrarse porque las cosas mejoren, ni de ser aguafiestas.
Con
todo lo que tenga de positivo crecer seis décimas, es obsceno mostrarse
contento, exultante, instalarse en el yo olvidando el vosotros. Qué alegría más
alta vivir en un pronombre que excluye a los demás. A mí me va bien, luego todo
va bien.
Y
una se siente como un triste pronombre indefinido: alguien, alguno, cualquiera,
quienquiera…
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