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jueves, 1 de mayo de 2014

Desde Macondo. VIVIR EN LOS PRONOMBRES

No tengo muy claro si, tras las sucesivas leyes Educativas, con los consiguientes cambios de programa, ha quedado como estaba la clasificación de los pronombres que aprendíamos en la entonces llamada Primaria o EGB. Pero al pensar en ellos,  me sale de carrerilla eso de yo-me-mi-conmigo, tu-te-ti-contigo… Y los deliciosos versos de Salinas, “Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres!
Viene esto a cuento del bombardeo de noticias económicas en la última semana, de la EPA, el PIB hipermejorado, el IPC recuperado, el crecimiento por encima de lo esperado, los discursos triunfalistas, los brotes tan verdes que parece que vivamos en la selva esmeralda.
Ellos-se-si-consigo. Y tan contentos. Será verdad, pero para la tercera persona del singular o del plural. Nada para el yo ni para el nosotros. Ni conmigo ni con vosotros. Buenas noticias, estamos muy contentos, se está cambiando la tendencia, esto va sobre ruedas.
No sé si es más grave que no se creen trabajo y riqueza, o que se haga y pase delante de nuestras narices sin que la veamos, saltándose impunemente el orden de los pronombres. Directamente a ellos, sin pasar por el yo y el tú.
Mi corto entender, que me da apenas para recordar eso de personales, posesivos, demostrativos e indefinidos, no alcanza a explicarse las buenas nuevas que nos venden; y para colmo, mi natural desconfianza me recuerda que estamos en campaña, y que hay que analizar cada oración por separado, morfema a morfema, que en cualquiera nos la cuelan.
Hay más parados, y eso que se ha marchado mucha gente, hay menos trabajo, de peor calidad y remunerado por debajo de lo necesario para subsistir. No me sirve la teoría del pollo, tú tienes un pollo, yo ninguno, pero las estadísticas dicen que tenemos medio pollo cada uno. No se trata de ser mezquina, ni de no alegrarse porque las cosas mejoren, ni de ser aguafiestas.
Con todo lo que tenga de positivo crecer seis décimas, es obsceno mostrarse contento, exultante, instalarse en el yo olvidando el vosotros. Qué alegría más alta vivir en un pronombre que excluye a los demás. A mí me va bien, luego todo va bien.
Y una se siente como un triste pronombre indefinido: alguien, alguno, cualquiera, quienquiera…

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