He dudado si cambiar el título de esta entrada, que tomo prestado de la excelente novela de Luís Martín Santos, por otro mucho más gráfico como "vísperas de na". Pero éste es un espacio serio, aunque alguna de las cosas que contiene parezcan de chiste. Y no por mi culpa.
Vengo a hablar de los sonidos del silencio, del clamoroso silencio, con visos de omertá que reina desde hace unas fechas en nuestro Gobierno y los responsables del partido que lo sustenta.
Claro, que menudos díitas han tenido la pasada semana. De ahí el "vísperas de na". De días de mucho y muy poco afortunado. Después del lío Bárcenas, despedido en diferido y con indemnización simulada, del no despido de Sepúlveda, que matizó que se fue solito cuando ya se afanaban en contar que no se le indemnizaba en lo que viene a ser por partes sino en un solo plazo, de denuncias varias, de cristofascistas frustrados abogando por la pervivencia de la especie, de cifras triunfalistas que Bruselas se apresura a desmentir, de ministros de Hacienda bocazas disparando contra todo lo que se mueve, sean actores o diputados de la oposición, de ministras que llaman antifeministas a quienes reclaman transparencia y de unas cuantas lindezas más... llega la ley del silencio.
Dice el refrán que uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios. Lo de la esclavitud ya lo han comprobado, y ahora quieren hacernos ver que mandan sobre sus tiempos, y ahora toca callarse. Por supuesto sin pensar en democracia, en responsabilidades, en transparencia o en deberes hacia los ciudadanos a los que representan y en quienes reside el poder, según la Constitución que tanto manosean cuando les viene en gana.
Han impuesto la ley del silencio, y no caben explicaciones. Nada que decir sobre la denuncia a Bárcenas que no llega y que más parece la amenaza fantasma, ni sobre las escandalosas cifras del paro que se conocieron ayer y que merecen, cuando menos, una valoración; nada que decir del presente y el futuro que nos espera.
Siguiendo con los refranes, se habrán aplicado eso de que quien mucho habla mucho yerra, pero han errado lo suficiente como para tener que dar explicaciones. No es de recibo, en un estado social y de derecho, tener que esperar a una rueda de prensa en Bruselas, o a una inauguración para, a salto de mata, conseguir unas declaraciones apresuradas, o ni eso.
Leo por alguna parte que el PP ha prohibido a sus cargos participar en tertulias o debates de determinados medios. Es la ley del silencio, y alguien debería explicarles que informar va en el cargo. Como el coche oficial, las dietas por alojamiento o el sueldo.
Y que no pueden administrar los silencios a su conveniencia.
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