A Macondo llegó, como a todas
partes, el ferrocarril, y los automóviles, y la fábrica de helados, y hasta
vagones y vagones de mujeres de vida alegre para los que estaban sin amor y con
dinero en el bolsillo. Y la minúscula
aldea se convirtió en un pueblo activo lleno de tiendas y talleres de
artesanía. Hasta Úrsula inauguró una industria de animalitos de caramelo
mientras Aureliano se dedicaba a trabajar la plata.
Todos vendían y compraban, y los
días pasaban plácidamente. Como debe ser.
En el mundo real, leo el mal dato
económico del día. El Banco de España achaca a la mala evolución del consumo
privado el agravamiento de la recesión ¿Y qué se esperaban? Supongo que, en el
mundo irreal en que se mueven (y no en Macondo, precisamente), piensan que los
parados, especialmente los “beneficiarios” de los 450€, cuando apliquen la
subida, se iban a lanzar como locos a comprar coches, viviendas, muebles de
diseño o electrodomésticos de última generación.
Tal vez pensaran que serían los
funcionarios recortados los que incentivarían el consumo; o los padres, que se
enfrentan aterrados a la compra del material escolar con la subida del IVA; o
los pensionistas, que ahora tienen que acoger en casa a los descendientes y su
prole, y sin subsidio, que para eso cobran los abuelos.
O los universitarios, que han
visto multiplicadas las tasas de matrículas, o los que tienen personas
dependientes a su cargo y se han quedado sin paga; o todos nosotros, que
tenemos que pagar las aspirinas y el almax para quitarnos el dolor de cabeza y
la permanente acidez en el estómago que
dan el miedo y la ansiedad.
¿Quién se creen que va a
consumir? No es poco que tengamos que pagar la luz y el gas, el agua y los
impuestos y que quede para llenar al menos un poquito, la cesta de la compra.
Eso sí, sin alegrías, con pasta,
patatas, legumbres y pollo. Y melones y sandías, que son de temporada y llenan
mucho.
Lo demás…Que consuman ellos.
Quien tiene trabajo, procura no
gastar por si lo pierde. Y quien no lo tiene, tampoco va a elevar el consumo
interno. Y así vamos, aunque los datos sorprendan al Banco de España. Suben los
impuestos, hay menos dinero y esta medida frena el consumo y a menor consumo,
las empresas responden reduciendo la producción. Con esto, bajan los salarios y
aumenta el paro. Por supuesto, el Estado recauda menos, porque ni Dios consume
más de lo imprescindible para seguir respirando.
Se ha roto el ciclo de la vida,
el que conocíamos. Producir para tener trabajo; trabajar para ganar dinero. Comprar para que tengan
dinero los que venden, y vivir para que todo esté vivo.
Mal vamos a poder recomponer este
anillo vital si algo-todo-no cambia. Salvo eso, que consuman ellos. Los que
pueden. En nuestro Macondo particular, no podemos derrochar en animalitos de
caramelo o pececitos de plata. Ni tan siquiera en pagar el amor, que anda
también escaso en estos tiempos.
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