Escucho a un
ministro/a, da igual el nombre o la cartera (oído uno, oídos todos), y me viene
a la cabeza lo que se dice en los
pueblos, especialmente cuando no se ha entendido nada ¡Qué bien habla!
Traje y corbata, o
modelito de Dior, una perorata ininteligible, media docena de palabrejas, algún
término macroeconómico que otro, un par
de americanismos y hasta un latinajo perdido… Y ya está. Los hemos engañado.
Hemos barrido el román paladino debajo de la alfombra, y todos se han quedado
tan conformes.
¿Será esto lo que
piensen? Porque de otra manera, no lo entiendo. No seré yo la que descubra que
nuestro actual Gobierno, a todos los niveles, local, autonómico y no digamos
nacional, no brilla precisamente por su acertada política de comunicación, pero
es que hay cosas que pasan de castaño oscuro.
No se anuncia la subida del IVA, sino de "los
impuestos que gravan el consumo". No han aprobado una amnistía fiscal sino
un "proceso de regularización de activos ocultos". No han abaratado
el despido sino que han "flexibilizado el mercado laboral". No es repago
de medicinas, sino una "reordenación de los recursos de la sanidad
pública". No sube la Universidad, se han "reforzado los criterios de
exigencia académica". Lo de aumentar el número de alumnos por aula, cambia
su nombre por "racionalizar los recursos y garantizar el futuro de la
educación pública".
Los recortes salvajes en
dependencia, sanidad y bienestar social se llaman Ley de Garantía de mantenimiento
de los Servicios Sociales. Y proteger la vida es recortar el derecho al aborto.
Una es de pueblo. Pero ve la tele,
lee de cuando en cuando, y departe ocasionalmente con turistas extranjeros. Y hasta ha viajado. No se han enterado de que
los pueblos ya no son lo que eran, que la gente ya no se queda embobada con las
palabras grandilocuentes aunque no entiendan nada.
En mi Macondo amado, la gente se
sobrecogía cuando llegaban los gitanos, con su palabrería, sus trucos de magia
y su extraña lengua. Pero los textos
ocultos fueron descifrados y todo se entendió perfectamente.
Como ahora, por mucho que se
esfuercen en confundirnos. Todo está meridianamente claro, aunque lo escriban
en sanscrito, como los pergaminos del gitano Melquiades que contaban la
historia de Cien Años de Soledad.
¡Qué bien escrito! ¡Cuánta verdad!
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Antonio. Me crispan los discursos grandilocuentes pronunciados desde falsas alturas. Especialmente porque estoy segura de que ellos se marcharán tan ufanos pensando que nos han engañado. Un abrazo.
ResponderEliminarNuestra sociedad va a tardar lustros en levantar cabeza, tras los estragos de los últimos gobiernos. Pero nuestra lengua va a tardar siglos, si es que algún día se recupera de tanto maltrato y manipulación. El problema es que la lengua es de la gente,y una lengua maltratada es el reflejo de la sociedad que la habla.
ResponderEliminarJustamente. Es una vergüenza oir a hablar a mucha gente, pero lo peor, es que utilicen eufemismos estúpidos para camuflar las verdades. Ya sabes, los muertos civiles son daños colaterales y todas esas cosas. No se trata de que todos sean catedráticos de Lengua, pero es penoso oir a la Fátima Báñez o al Montoro.
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