Hoy escribo sin IVA. Como lo leen. Para contribuir al buen comienzo de agosto, mes de fiestas, vírgenes y vacaciones, he decidido no añadir ningún impuesto a los que ya pagamos cada día, nada más abrir el ojo, y aún por la noche, cuando las pesadillas alteran los sueños.
Es día sin IVA en
Macondo, como si de la publicidad de unos grandes almacenes se tratara, como ha
hecho el propietario de un restaurante en Canarias, poniendo en su pizarra que
en el menú no entra la crisis, que está prohibido hablar de ella ni como
aperitivo ni entre plato y plato. Y mucho menos de postre. No están en la carta
ni la prima, ni los mercados, ni los recortes ni las pagas extras (o su
ausencia).
Ni tan siquiera la indignación por la evasión de capitales o la amnistía fiscal. Ni las extrañas noticias del Sahara. Ni las Olimpiadas golpeando el orgullo patrio por las “rojitas” y demás.
Ni tan siquiera la indignación por la evasión de capitales o la amnistía fiscal. Ni las extrañas noticias del Sahara. Ni las Olimpiadas golpeando el orgullo patrio por las “rojitas” y demás.
Es agosto y todo
sestea. No hay playa en Macondo, qué le vamos a hacer. Y el río, antes fresco y
cristalino, es ahora, desde que llegó la compañía bananera, una prolongación de
la ciénaga, donde los mosquitos han sentado sus reales.
Pero las largas
conversaciones al anochecer, los paseos con el fresco de la mañana, las siestas
y la tortilla al borde del agua, son ahora sin IVA. Ya llegará septiembre.
Es tiempo de libros,
aunque sean de autoayuda, tan de moda, y de apartar convenientemente las
páginas sepia de los periódicos, esas llenas de gráficos picudos y cifras con
muchos ceros; tiempo de familia y vecinos, no de señores trajeados que sólo
dicen inconveniencias, de tele apagada y sobredosis de cine de verano, a poder
ser con pelis de aventuras. O de Paco Martínez Soria, qué más da, siempre que
el tema sea surrealista.
Además, hoy es la
Virgen de los Ángeles, mi santo. Igual mi patrona se hace una gracia y me hace
ascender a los cielos (metafóricamente hablando, por supuesto), como a Remedios
la Bella ¿Quién sabe?
Y es también tiempo de
recuerdos. De recordar cuando conquistamos las playas, allá por finales de los
60, a bordo de Seiscientos y Simcas 1000, con las sillas plegables y las
sombrillas. Se veía la luz al final del túnel. Y no había IVA.
Habrá que emprender la
reconquista. Pero será después. Disfruten de agosto sin impuestos añadidos.
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