Por supuesto
que soy partidaria de la libertad de expresión. Faltaría más. Y defiendo de la
primera a la última letra esa máxima atribuida a Voltaire, ‘Estoy en desacuerdo
con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo’, y que
en realidad, y aquí viene que ni pintada la historia, fue escrita por una
mujer, la escritora británica Evelyn Beatrice Hall.
Protesto y
protestaré contra cualquier recorte al derecho de escribir, hablar, opinar
libremente, aunque haya cosas que tenga que escuchar con las manos en las
orejas, o que leer sin gafas o que soportar con la nariz tapada. Que eso va en
el aguante de cada cual.
Dicho esto,
creo que hay cosas que se deben decir, si es firmemente lo que piensas, en “vox” baja. Nunca en sitios
públicos, ni en instituciones y, mucho menos, en las todopoderosas redes
sociales.
Me explico. La
sarta de salvajadas machistas difundidas por Francisco Serrano, cabeza visible
de Vox
en Andalucía,
diputado autonómico y presidente de la formación de extrema derecha en la
comunidad, serán salvajadas siempre, pero no hubieran sonado igual dichas en vox baja, es decir, en una de esas
reuniones de amigotes, todos machos alfa, en una montería sólo para elegidos o
en cualquier francachela, con o sin caballos, de correligionarios apostando a ver
quien la dice más gorda o quien la tiene más larga.
La sentencia
sobre La Manada le ha soltado la lengua y la pluma al exjuez, que el
pensamiento ya lo tenía bien aireado. Y allá cada cual, pero este país, el
mundo moderno, la sociedad civilizada, no es una cacería en finca privada y
donde las palabras se las lleva el viento.
No se puede
decir impunemente que "se nota que es una sentencia dictada por la turba
feminista supremacista", o que "hasta un gatillazo o no haber estado
a la altura de lo esperado por la mujer, podría terminar con el impotente en
prisión", o que “nos encontramos ante una paradoja "progre"
según la cual "la relación más segura entre un hombre y una mujer, será
únicamente a través de la prostitución”, porque sale más barato acostarse con
una mujer pagando que gratis…
En fin,
entiendo que no se pueda callar, que decir estas burradas es lo que le pide el
cuerpo; y que no se pueda morder la lengua, porque se envenenaría. No entenderé
nunca que personas así ocupen ni el último lugar en las instituciones. Y mucho
menos que no se limiten a lanzar su veneno en vox baja.
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