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jueves, 4 de octubre de 2018

Desde Macondo. MUJERES INOPORTUNAS

No es de extrañar que en algunas culturas (sí, todavía), consideren una desgracia que nazcan niñas, y que esperan como agua de mayo que sea un varón el que engrose la familia. De hecho, en la India se prohibió que los médicos dieran a conocer, tras realizar una ecografía, el sexo del futuro bebé, por aquello de evitar abortos. Claro, que sólo había que acudir a un amiguete para burlar la prohibición.
          Sea como sea, parece que las mujeres somos y hemos sido a lo largo de la Historia, inoportunas. Vamos, que nunca le ha venido bien al “sexo fuerte” que sacáramos los pies del tiesto, desde Eva a Hipatia de Alejandría, pasando por las primeras científicas, viajeras, arqueólogas, escritoras, músicas o, más recientemente, obreras de la construcción, mineras, bomberas o militares. Por no decir divorciadas, libres para ser madres o no serlo, para elegir una nueva pareja o, simplemente, si trabajar o quedarse en casa. Ya lo de ponerse minifalda o salir de noche, ni os cuento.
          Y esto, en pleno siglo XXI. Que sí, que se ha avanzado mucho, que se han dado pasos de gigante, que a nadie extraña que una mujer gane el Nobel de Física o el de la Paz, o que ocupen sillones en la Academia o se suban a un andamio. Pero hay tanto por hacer…
          El mes horribilis que acaba de concluir es una buena muestra de ello. En septiembre se han roto todas las barreras de violencia machista, y no sólo para las mujeres, sino también “para lo que más aman”, como dejó dicho el parricida de Castellón tras degollar a sus dos hijas pequeñas. El delito de la madre, estar en trámite de divorcio. El de la mayor parte de las víctimas, no “tragar2 con ser propiedad privada, haber roto con su ex, tener pareja nueva, cambiarse de casa para cambiar de vida.
          Muchas cosas han cambiado, sí. Pero no las fundamentales, la mentalidad, la de considerar a la mujer tan “oportuna” como cualquier hombre, haga lo que haga y decida lo que decida, dentro de su libertad que, por justicia y Constitución, es exactamente la misma para ambos sexos.
          Decía doña Emilia Pardo Bazán, mujer formidable donde las hubiere, que “Para el español todo puede y debe transformarse. Solo la mujer ha de mantenerse mantenerse inmutable. La educación de la mujer no puede llamarse tal educación, sino doma, pues se propone por fin la obediencia, la pasividad y la sumisión. Corría el siglo XIX y se supone que el sistema educativo también se ha transformado, que ya no se enseña a las niñas a jugar con cocinitas y a los niños con camiones y espadas.
          Se supone. ¿Y cómo se justifica dos o tres víctimas semanales en un mes? Algo falla cuando se sigue considerando a las mujeres inoportunas por razón de comportarse como cualquier ser humano, con sus errores y sus aciertos, sus decisiones equivocadas o atinadas. Pero con su derecho a decidir sin que las maten.

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