De todos es sabido que los dioses, los
de antes y los de ahora, son caprichosos. No entendemos nada los simples
mortales de los designios divinos, y así ha sido desde que el mundo es mundo, y
aún antes. Grecia está de moda en tiempo presente, pero no ha habido noticia,
medio, opinión o comentario que no se haya remontado a su pasado glorioso, cuna
de la democracia, vivero de filósofos, oradores, escritores, legisladores,
héroes o titanes.
Y dioses. Viene
al pelo recordar el rapto de Europa, un clásico de la mitología griega. El
caprichoso y enamoradizo Zeus, transformado en un toro blanco, sedujo a la
bella joven llevándola lejos de su gente y de su tierra. Así, sin más, que para
eso era Dios. Y es que el universo mitológico griego estaba repleto de
dioses que, lejos de ser justos, adolecían de las mismas debilidades que el
hombre, aunque estaban dotados de poderes extraordinarios. Caprichosos y
egoístas, no dudaban en emplear la fuerza y el engaño, cómodamente instalados
en el Olimpo y sin preocuparse lo más mínimo por lo que pasaba abajo, entre los
hombres.
No hace falta tener una
imaginación desbordada para hacer un paralelismo lógico entre la actitud de los
antiguos dioses y el Gobierno de la Europa que padecemos. Cualquiera podría
imaginar en las reuniones del Consejo Europeo a nuestros jefes de gobierno en
el Olimpo de Bruselas, tomando néctar y ambrosía y discutiendo ajenos a la
realidad, ajenos a los comunes mortales a los que han enviado al inframundo de
la penuria y la miseria con unas políticas de ajustes que han demostrado que
solo sirven para seguir hundiéndonos en el pozo, para alejarnos del cielo.
Zeus, Hera, Poseidón,
Demeter, Hermes, Hefeso o Diónisos, son ahora Merkel, Juncker, Cámeron, Bettel,
Stub o Rajoy, dioses variables que no han cumplido las reglas del juego, las de
hacer más confortable la vida en la tierra. Y encima se permiten el lujo de
castigar a quien, como Prometeo, regala el fuego a los hombres para que puedan
calentarse y cocinar los alimentos.
La Grecia moderna se ha
rebelado contra los dioses de siempre, los que no pisan el suelo, los que nos
han raptado para someternos a sus caprichos. Prometeo fue liberado tras años de
permanecer atado a una roca mientras un águila devoraba sus entrañas. Se
enfrentó a los dioses, sufrió y ganó.
La mitología nos cuenta
que Europa, sumisa y débil, fue abandonada por Zeus en Creta después de darle
tres hijos y lo mejor de su vida…
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