No sé a quién correspondería esta
cartera ministerial en la España de hoy. Probablemente a la vicepresidenta, que
sirve para un roto y para un descosido. El caso es que tengo la molesta
sensación de que existe algo así como el Ministerio de la Verdad, que diría Orwell
en su conocida novela distópica “1984” y que, al contrario de lo que su
nombre indica, se dedica a tergiversar la realidad para conseguir
que las evidencias coincidan con la versión oficial.
Cierto es que el Gran Hermano del libro
pretendía cambiar la historia, manipulando o destruyendo documentos históricos
de todo tipo incluyendo fotografías, libros y periódicos, y que ahora, en el
colmo de la perversidad, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino a
diario, en el más cotidiano de los presentes. Pero es que ha llovido desde que
se escribiera la novela, y ahora estamos en plena era digital, en la que todo
sucede más rápido.
Y
es que una cosa es la interpretación
de la realidad, casi tantas como medios de comunicación
consultes, y otra, que lo que nos cuentan no se parezca ni remotamente a lo que
sucede, ni siquiera la mínima relación que se presupone en una mentira
corriente. Es aterrador pensar que estas noticias manipuladas y falsas puedan
pasar a la Historia y, andando el tiempo, no quede constancia de lo que estamos
viviendo. Que se “oficialice” la mentira, y si desde el Ministerio dicen que no
hay pobres, pues no los hay; si Bárcenas era un señor que pasaba por ahí, pues
no ha sido nunca del PP, y si cuentan que hemos crecido, pues no hay enanos,
todos gigantes; y si nos cuentan que la Sanidad es la mejor del mundo, no es
cierto que me hayan dado una cita “preferente y urgente” para dentro de cuatro
meses. Y pasen a la posteridad como salvadores, que para eso se han ocupado de
borrar las verdades.
Su
verdad llamará Educación ejemplar a aulas abarrotadas; Sanidad maravillosa a
camas en el pasillo y listas de espera eternas, y recuperación del empleo a
médicos contratados por guardias, maestros por días para sustituciones,
becarios eternos, muchos de ellos sin sueldo, falsos autónomos, que pagan sus
cuotas y trabajan por salarios de miseria para la misma empresa que los
despidió, camareros con jornadas de 12 horas y contratados por cuatro…
Tiene
mucho trabajo el Ministerio de la Verdad porque no son cuatro mentirijillas las
que pretende cambiar. Es la realidad misma. En toda su magnitud.
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