Tomo
prestado el título de una de los más bellos y desgarradores temas de desamor y
desesperación de la “chanson” francesa, ahora que, sacudidos por los salvajes
atentados yihadistas en el país vecino, todos hemos echado mano de nuestros
conocimientos del idioma, rebuscando entre los recuerdos del instituto, las
canciones de Brassens o las de Moustaqui, las de Jacques Brel y las de Becaud.
Durante
una semana todos hemos sido Charlie, hemos usado el mismo idioma para proclamar
a los cuatro vientos el apoyo a la libertad de expresión, la condena por la
matanza de París, los deseos de paz y tolerancia, y hasta un acongojado Mahoma
afirmaba en la portada del último número de la revista satírica que “Tout est
pardonnèe”.
Et
maintenant…Ahora volvemos a hablar cada cual en nuestra propia lengua, a
preocuparnos por lo nuestro, a poner en
primer plano nuestra seguridad, a costa de lo que sea (libertades varias incluidas),
sin haber aprendido nada, ni un poquito, de lo que ha pasado y de lo que puede
pasar. Hemos construido un mundo rodeado de abismos por todos lados y nos hemos
afanado en levantar vallas y fronteras en lugar de preocuparnos en tender
puentes para salvar distancias que, a estas alturas, son prácticamente
insalvables.
Estábamos
demasiado ocupados creciendo, buscando petróleo e intentando llegar a Marte
para darnos cuenta de que ahí mismo, a unos cientos de kilómetros, la vida
discurría por cauces bien distintos. Y nos hemos plantado en el siglo XXI
mientras algunos iluminados se han instalado en el XI. Demasiada distancia,
demasiado tiempo.
Mientras
los Parlamentos de los países “civilizados” discuten sobre el control de
pasajeros, las reformas de los códigos penales, la censura de Internet y hasta
del washap, mientras los musulmanes de bien, que son la mayoría, como los
cristianos o los hindúes, tratan de recomponer sus vidas entre el creciente
racismo y xenofobia que los rodea, mientras todos abominamos de los fanatismos
religiosos, que siempre han sido causa de muerte y dolor, seguimos sin saber
hacia dónde va el mundo. Hacia dónde vamos.
Et
maintenant, ahora, es el momento de encontrar el camino. No solo el que
garantice la tranquilidad de Occidente, sino también el que cierre el paso a
las matanzas de Boko Haram en África, que también es el mundo, el que acabe con
el enloquecido y sangriento califato que intenta imponerse en Oriente Próximo,
el que desprecie y condene al ostracismo a los movimientos neonazis y fascistas
que están surgiendo como la espuma en la vieja Europa, retroalimentándose con
las acciones yihadistas.
El
mundo Norte-Sur, Pobres-Ricos, Negros-Blancos, Dios y Alá, ya no vale.
Hemos montado guerras por unas armas
inexistentes y un petróleo más que presente, por la búsqueda de un terrorista,
por derrocar a un dictador, y no somos capaces de montar la paz. Y ya ha
llegado la hora.
Es
la respuesta a la canción, “Et maintenant que vais je faire. De tout ce temps
que sera ma vie”. Y ahora, qué voy a hacer con todo este tiempo que me queda por
vivir.
Simplemente, has clavado una vez más tu aguda pluma en el mismo centro de la diana.
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