Era un 9 de noviembre,
como siempre sin tarjeta, cuando llegaba un ramo de flores, de violetas
concretamente, a la casa de una mujer cualquiera, casada y aburrida de un
marido poco tierno y menos cariñoso. Siempre me ha fascinado y conmovido la
historia de esta canción de Cecilia con final sorprendente.
Y viene a cuento por la
fecha, el 9 de noviembre, el día elegido para el primero referéndum, luego
consulta y ahora no sabemos qué acerca de la independencia de Cataluña.
Surrealista y extraño como la letra de la canción. Una historia de engaños, de
juegos a media luz, de disimulos y apariencia de normalidad y con un final de
puntos suspensivos.
El marido lo sabe todo,
la dama vive ilusionada con el imaginario amor secreto y ambos habitan un mundo
ficticio. Justo como está pasando aquí, pero sin música y sin una
interpretación deliciosa, que da gana de apagar la tele cada vez que salen Mas
o Rajoy, o alguno de los acólitos de cualquiera de ellos, hablando de
legitimidad, constitución y unidad patria.
Meses llevan con las
“cartitas” yendo y viniendo, con los secretitos y las estrategias, ilusionando
a unos y alarmando a otros. Y nosotros, que no sabemos nada, los miramos
callados. Como cantaba Cecilia.
Llegará el nueve de noviembre
y no sabemos si habrá violetas. Seguirá la vida, los ricos continuarán
enriqueciéndose a costa de que los pobres sean más pobres; nos seguiremos
quejando, con razón, de lo mal que funciona la Sanidad, de lo que ha subido la
luz, de lo que han bajado los salarios, del empleo que no llega, del paro, que
no se va… Aparecerán nuevos corruptos y nos escandalizaremos, con más o menos
ruido, por la lentitud de la Justicia, porque sigan sueltos los que nos han
arruinado el futuro…
El nueve de noviembre
no acaba ni empieza nada. Sigue todo, aunque se esfuercen en pintarlo como la
fecha señalada. El día en que llegan las flores sin tarjeta que permiten a la
señora aburrida seguir viviendo con ilusión.
Las flores de Macondo son
amarillas y siempre aparecen en el momento oportuno. A la muerte del primer
Buendía cayó toda la noche una lluvia de minúsculas flores de este color. Eran
tantas .que cubrieron los techos, y atascaron las puertas, y sofocaron a los
animales que dormían a la intemperie. Tantas flores cayeron del cielo, que las
calles amanecieron tapizadas de una colcha compacta, y tuvieron que despejarlas
con palas y rastrillos para que pudiera pasar el entierro. Y Remedios,
la bella, subió al cielo entre una nube de flores y se perdió para siempre en
los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la
memoria.
Las violetas son
moradas y no son mágicas. Aunque lleguen el 9 de noviembre.
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