Yo creía que ya las
teníamos todas y resulta que faltaba la sexta. Hablo de las plagas que cayeron
sobre Egipto, según la Historia Sagrada, y que ahora han cambiado de
destinatario, vaya usted a saber porqué, que no me veo yo como uno de esos
malos malísimos que obligan a latigazos
a los pobres hebreos a construir las pirámides, como se ve en las pelis que
ponen en Semana Santa.
Digo yo que entre los
egipcios debiera haber buenos, malos y regulares, como pasa aquí, y que
seguramente la mayoría no se mereciera la ira de Dios. Y que, como también sucede
aquí, los ricos y poderosos se irían de rositas mientras los de a pie sufrían
los ríos de aguas rojas, la lluvia de ranas, los piojos, las langostas que se
comieron las cosechas, el granizo, que remató la faena y toda suerte de
enfermedades. Justo como aquí. Y quizás les ganemos, porque se me ocurren un
montón de plagas más, que no soy Dios, que pudo sintetizar y elegir las más
dañinas para que salieran en los textos sagrados.
Puedo hablar de paro, de pobreza, de recesión,
de crisis, de retrocesos, de pánico, de presente incierto, de futuro
imperfecto, de hipotecas, de apatías, de desconfianza, de déficit, de tarjetas black, milongas
catalanas y otras maniobras de distracción, de abismos entre mundos, de
hambrunas… De tinieblas, penúltima plaga, con el brazo ejecutor de Iberdrola o
de la compañía de turno. Nos faltaría la muerte de los primogénitos, con la que
se dio por terminado el castigo divino, pero en una interpretación libre, la
salida de miles de jóvenes a buscarse en otros países la vida que no encuentran
en el suyo y la impotencia de los padres ante sus hijos sin futuro, también
tiene mucho de plaga bíblica.
Pero yo quería hablar
de la Sexta Plaga, que es la que nos ocupa en estos días. La de las
enfermedades en forma de úlceras y sarpullidos. Y entonces llegó el ébola, por
si nos faltaba algo. Ya las tenemos casi todas, y toco madera, que todo es
susceptible de empeorar y nadie sabe qué nuevo castigo pueden idear los dioses
cabreados.
Creo que la ciencia ha
encontrado una explicación racional para cada una de las plagas, sequía, barro,
proliferación de insectos, malaria y hasta cambio climático. Tampoco es difícil
explicar lo que pasa ahora y por qué pasa. El caso es que nos hemos puesto a la
cabeza de la ira divina, que sumamos las plagas de Egipto, Sodoma y Gomorra y
hasta el Diluvio de Noé. Igual aparecemos en los libros dentro de unos siglos.
También hubo un diluvio
en Macondo. Duró cuatro años, once meses y dos días. Mucho menos que el
nuestro. Y fue plaga única.
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