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miércoles, 25 de junio de 2014

Desde Macondo. ¿ALGÚN INFORME MÁS?


No sé cuánto tiempo puede dedicar la ministra Mato (ministra de Bienestar y Sanidad), entre sesión y sesión de bronceado, a leer los informes que alertan del imparable crecimiento de la pobreza infantil. Imagino la cara de fastidio que se le pone cada vez que encuentra sobre su mesa, uno de estos estudios. Hasta puedo escucharla: “A ver, quien es ahora…? Con un poco de suerte, hasta puede que se lo deje a alguno de sus asesores para que se lo resuma, para poder decir, con autoridad, eso de “estamos en la senda correcta”, o referirse a ese ridículo plan de inclusión social. El Plan de nunca jamás. Igual hasta echa mano de Montoro, o de cualquiera de los presidentes de Comunidades Autónomas que niegan la mayor. No hay niños desnutridos. No hay hambre. No hay pobreza.

Mi lado malvado le desea que le caigan todos los papeles encima, que la sepulte la realidad, que la asfixien los números, las cifras, los cuadros, las fotos, los testimonios…

Ya hemos perdido la cuenta de los “avisos” angustiosos que en los últimos meses vienen lanzando Cáritas y Cruz Roja (rojos peligrosos que quieren desestabilizar al Gobierno), Save The Children, Human Rights, la Comisión Europea, la OCDE, Acción Contra el Hambre, Eurostat y hasta la ONU. Sin contar, claro está, que esos no cuentan, porque seguro que están en alguna “marea”, las llamadas desesperadas de los médicos, los maestros y los responsables de comedores sociales. El último, el de UNICEF. Más de 2,3 millones de niños bajo el umbral de la pobreza.

¿Algún informe más? Qué pesados. Los pobres son una molestia, y si son niños, más. Ya se podían ir a informar sobre Etiopia, o sobre Sudán. Al fin y al cabo, la imagen del hambre ha sido siempre un negrito de pelo rizado, barriga hinchada y moscas en la cara.

Es mejor mirar para otro lado, o decir, como hizo ayer mismo la ministra en el Senado, que se está haciendo lo posible, apelando al que ya se contempla la pobreza infantil en el Plan de Inclusión 2013-2016, que, de llevarse a cabo correctamente, supone un total de 17 millones divididos entre cuatro años, supondría el desorbitado gasto de un euro y medio al día por niño hambriento. Una cifra muy parecida a los 7.247€ (cifra oficial de Hacienda), que costó el cumpleaños de su hijo, y que pagó, por cierto (documentado y probado), la trama Gurtel. He olvidado la cantidad que costó la comunión de su niña, pero podéis haceros a la idea.

¿Algún informe más?

 

 

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