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miércoles, 18 de junio de 2014

Desde Macondo- EL RETABLO DE LAS MARAVILLAS


Tenía pensado titular esta columna con “El Rey Desnudo”, o El Traje Nuevo del Emperador, según cómo se traduzca el popular cuento de Andersen. Pero me ha venido a la cabeza el genial entremés de Cervantes y, al fin y al cabo (genialidades aparte), lo de la proclamación bien podría ser un cuadro, una escena, del Retablo de las Maravillas que nos quieren vender.

Mientras unos y otros se deshacen en alabanzas sobre los ropajes del monarca, vestido de estabilidad, confianza, futuro, juventud, preparación, respeto, constitucionalidad y esas cosas que la gente de a pie no vemos, contemplamos con cara de bobos el maravilloso escenario creado por el sabio Tontonelo en el que se suceden brotes verdes, bajadas e impuestos, recuperación espectacular, cuentas saneadas, futuro más que brillante, marca España en alza y hasta furia patria para el acontecimiento deportivo del momento.

En Tontonela, la ciudad de origen del sabio inventor del retablo, nos sobran los Chanfallas y Chirinos que van narrando cada cuadro inexistente de la representación, y que dejan boquiabiertos a los vecinos. Todos ven lo que no hay, porque nadie quiere quedar como más tonto que los demás. Ven a Sansón, y al Gran Turco, y hasta sienten en sus manos el agua fresca del Jordán. Faltaría más. Hay que apuntarse al carro, y decirle al Rey, (ahora cambio de cuento), que su manto es el más hermoso, y que la túnica dorada es tan sutil que nos deslumbra.

Nos han sacado entrada preferente en el mejor corral de comedias para un espectáculo ficticio. Fuera, en la calle, se queda la realidad sin adornos, la que se ve sin retablos mágicos. Sin vestiduras de gala.

Ahí está el debate sobre comedores escolares, sobre trabajadores pobres, aunque tenga empleo, sobre desempleados sin futuro; están los datos, ahora frescos, sobre el crecimiento de los desahucios, de los índices de pobreza, del número de millonarios, de la desigualdad creciente y los gastos familiares menguantes, de la sanidad cada vez menos nuestra, de la Justicia injusta para tantos…..

Es el momento de darle la vuelta al cuento, de escribir otro entremés, con permiso del maestro de los cuentos y del padre del Quijote. Sin final feliz, donde se diga desde el principio que el Rey está desnudo y que los que elogian sus vestiduras son unos corruptos sólo interesados en medrar. Y nadie se deje engañar por los decorados del retablo, que son de cartón piedra pintados con purpurina. Una obra nueva en la que el público sea el actor principal, y no un mero espectador al que tener entretenido con fantasías. Se han inventado un retablo de las maravillas para ocultarnos la vida real.

Pero la realidad es tan tozuda…

 

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