Ahora que ha
terminado la Semana Santa, y que nos han bombardeado por tierra, más y aire
(léase procesiones, tele, radio) con la vida, pasión y muerte de Cristo; ahora
que ha vuelto la anormal normalidad en que vivimos, me viene a la cabeza-vaya usted a saber por
qué, el término “sepulcros blanqueados”, que viene muy al caso en este país
nuestro.
Sobrecoge pensar que vagamos
perdidos en un inmenso cementerio lleno de estos sepulcros blanqueados, en
cuyas lápidas aparecen grabados los nombres de partidos políticos de uno y otro
signo, instituciones varias, autoridades civiles y religiosas, como se suele
decir, empresarios, banqueros, príncipes y princesas y hasta la cabeza visible
de esa antigualla anacrónica que se llama monarquía.
Daría para hacer una buena serie
de televisión de esas en que vivos y muertos se enzarzan buscando su sitio.
Paro no es de película; es de verdad. Poco a poco, últimamente a pasos
acelerados, vamos descubriendo lo que
hay dentro de esos sarcófagos blancos; ningún perfume puede enmascarar el olor
a podrido y ningún traje, por muy de marca que sea, disimula la ropa sucia que
ya no pueden lavar en casa.
A medida que van matando las
ilusiones de los vivos, van apareciendo sus propios gusanos, los que se han
comido la alegría, el presente, el futuro, la salud, la confianza, la esperanza…
Y es momento de, siguiendo las
enseñanzas de ese Jesús al que tanto apelan, echar a los fariseos del templo,
sacarlos del mundo que han convertido en un gigantesco mercado en el que sólo
ellos compran y venden, y nosotros somos las mercaderías.
Hemos pasado-estamos
pasando-la pasión, y hasta la resurrección, y no hay ayuda divina que nos lleve
a los cielos. Sólo a nosotros nos corresponde limpiar el mundo, abrir los
sepulcros y ventilar nuestro espacio. No podemos seguir caminando eternamente
con la nariz tapada, y no podemos seguir respirando este aire viciado que
amenaza con asfixiarnos a todos.
Los fariseos,
mercados, Ibex, bolsas, primas y demás, siguen a las puertas de nuestras vidas,
y ya llevan demasiado tiempo.
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