Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

jueves, 8 de noviembre de 2012

Desde Macondo. ASÍ QUE PASEN SIETE AÑOS

           Bueno, pues ya está. En siete años de nada se ha aclarado la cosa. Ya hay dictamen y aquí paz, y después gloria. Los matrimonios entre personas del mismo sexo son legales y además, se pueden seguir llamando matrimonio, porque no van contra la Constitución. Hala, a otra cosa.
           Sólo se han necesitado siete años. Poco más de media docena de sesudos juristas, reunidos en Macondo, donde el tiempo es circular y a veces se detiene para volver atrás, han decidido que las peras y las manzanas pueden convivir en la misma cesta sin pudrirse, sin hacerse sombra, sin perjudicarse, sin que nadie se quede sin fruta porque otros la coman.
           Por el camino han quedado las angustias de casi cincuenta mil personas, veinticinco mil parejas de peras con peras y manzanas con manzanas, que durante más de dos mil quinientos días han vivido con el corazón en un puño, con la rabia y la impotencia de pensar que su amor, su proyecto de vida podría ser declarado inconstitucional.
           Todavía habrá quien piense que han sufrido poco, que merecían más por haber elegido la opción equivocada. Pero creo que es una crueldad innecesaria. Supongo que los señores magistrados tendrán mucho trabajo; tal vez crean que el recurso contra el matrimonio entre personas del mismo sexo no fuera cuestión prioritaria; o no hayan hecho suya la máxima de todo lo que es humano me compete. Y me duele.
           O habrán trabajado al ritmo de tango, “que veinte años no es nada”, y aun debamos estar agradecidos porque nos han ahorrado trece. Bromas aparte, y aunque se haya impuesto la cordura, aunque esta batalla la hayan ganado la libertad y el respeto, siete años son demasiado. Hasta siete días lo hubieran sido en este tema concreto, tan obvio, tan de justicia.
           El tiempo sólo se detiene en los libros, en el realismo mágico que permite volver atrás y saltar hacia adelante con sólo pasar unas páginas. En Macondo, girando continuamente hasta completar los cien años de soledad.
           Pero en la vida real, pasa. Y nos hace acumular miedos, recelos, desesperanzas, desilusiones, falta de confianza en el sistema que ha perdido humanidad, que permite que ahora, en el momento presente, sean precisas docenas de reuniones para acabar con los dramáticos desahucios, o meses y meses para solucionar problemas sociales acuciantes, cobro de prestaciones, valoraciones de dependencia, ayudas sociales…
          El siete, número bíblico y mágico, está muy lejos de lo razonable y, sobre todo, de lo humano. Hay otros recursos pendientes, contra la reforma laboral, por ejemplo, o contra los recortes socialmente más injustos.
             Tal vez conozcamos la respuesta así que pasen siete años.

1 comentario:

  1. Con tu permiso lo comparto con los demás, además de compartirlo en todas su partes

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