Hay en este lado de Macondo donde me hallo, una imagen bautizada como Jesús Rescatado, el “Rescatao”. Es muy bella, quizá la más bonita de cuantas componen la imaginería local y probablemente también la que más devoción suscita entre quienes aún creen en los milagros, o piensan que lo mejor de su existencia está en otro mundo, en otra vida.
El Rescatao sale hoy-si el tiempo no lo impide-y, como he hecho desde niña, jugaré a contar las personas que lo siguen descalzas, arrastrando una pesada cruz de madera y hasta con cadenas en los pies, aunque éstas últimas ya son muy escasas. Me estoy yendo por las ramas (¿qué tendrán estas cosas de la religión, que te sacan de la realidad?), porque lo que yo quería contar hoy, Jueves Santo, es la auténtica semana de pasión que llevamos a cuestas desde que nos ¿explicaron? lo de los Presupuestos Generales del Estado.
Ya he oído de todo, desde culpas a Europa hasta economía de guerra (por cierto, ya podía salir el presidente, como Churchill, a explicar lo de la sangre, sudor y lágrimas de hoy como garantía del mañana esplendoroso), pasando por amenazas de rescate (por eso me he acordado del Rescatao).
Claro, que no sé yo si es mejor un país rescatado que un país tutelado, como el que “disfrutamos” ahora. En esta Semana Santa especial, y como si fueran los pasos de una procesión, con miles, millones de penitentes detrás, desfilan los recortes en sanidad, en educación, en investigación, en inversiones, en formación, en dependencia. Pasa la Oración en el Huerto, el Prendimiento, Jesús ante Pilatos, el Nazareno, la Verónica y la Magdalena, el Calvario, el Descendimiento, la Dolorosa, la Soledad…
Y esperamos ansiosos que llegue el paso final. El Resucitado. Y que ese día no llueva en Macondo.
miércoles, 4 de abril de 2012
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