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miércoles, 11 de abril de 2012

Desde Macondo. MONDAS DE BARRO

MONDAS DE BARRO

No lo tengo delante, en la mesa del teléfono, donde espera mi vuelta. Pero no hace falta. Conozco de memoria cada color, cada trazo, cada banderita y cada rama de tomillo o romero. El brillo, la textura suave y lisa y la cara de los carneros pintados de fiesta.
Es el otro carrito de Mondas, el que hoy volverá a levantar comentarios de admiración y envidia. La representación en cerámica del Premio Ciudad de Talavera y, por derecho propio, también de la fiesta más tradicional de Talavera.
Las Mondas de barro, las del carrito, los exclusivos bastones, las bandejas de montería, las mil y una piezas en forma de ánfora, de jarra, de cuenco, de tambor o de panel de azulejos tienen nombre propio. Se llaman Ana, Ramón y Juan Carlos, y se apellidan Centro Cerámico Talavera. No sé si desde que alguien decidiera que la diosa Ceres se merecía una buena fiesta, se pueden contar muchas personas que hayan hecho tanto-y tan bueno-para preservar y enriquecer la tradición.
No tengo que esforzarme mucho para ubicarlos en este Macondo en que me hallo. Ana-Úrsula, la matriarca, siempre pendiente de que todo funcione en la gran casa; Ramón, José Arcadio Buendía, ocupándose de la intendencia y haciendo la vida más fácil a todos en el pueblo y Juan Carlos, el coronel Aureliano Buendía, moldeando incansablemente pececillos dorados en su taller y apuntándose a cuanta idea revolucionaria y novedosa pase por su puerta.
He pasado muchas horas en ese paraíso particular, en ese Macondo donde cualquier ocurrencia disparatada se convierte en obra de arte, donde mis torpes indicaciones siempre han sido acogidas con benevolencia y, lo que es más increíble, entendidas. Como son buena gente, sé que algún día me perdonarán las prisas, los nervios, las imprecisiones y las ideas mal esbozadas, pero siempre bien comprendidas.
El carrito pasará hoy de nuevo por el Teatro Palenque, como si llegara directamente de un viaje en el tiempo, de las Mondas romanas a nuestros días, y es de justicia que se sepa qué manos lo conducen año tras año, desde hace más de una década. No puede llegar a Talavera, como a Macondo, la peste del olvido. No podemos olvidar que, no hace tanto tiempo, el mundo era tan reciente que las cosas no tenían nombre, y había que señalarlas con el dedo para referirse a ellas. Hasta que alguien-ellos-, con un respeto infinito, las etiquetaron para que todos pudiéramos disfrutarlas. Y nacieron las Mondas de Barro, la Cerámica de Mondas. Con mayúsculas.
Enhorabuena a los premiados. Seguro que todos sabrán valorar la joya que esta noche tendrán en sus manos. La que añoro desde Macondo.

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