Nunca me han gustado las películas de ciencia- ficción. Ni antes ni ahora. En su momento vi los catecismos, porque era obligado. 2001 Odisea del Espacio y la Guerra de las Galaxias. Ah, y Alien. Y se acabó. Ni marcianos, ni extraterrestres, ni bichos mutantes, que de esas cosas hay todos los días por la calle y no hay que buscarlas en las pantallas.
Hoy, no sé porqué, me han venido a la cabeza los extraños seres de estas películas galácticas. Tal vez sea porque llevo un par de días escuchando lo de la bacteria alemana, la e-colli que ha mutado y se ha vuelto asesina (asesinando nuestras exportaciones agrícolas, entre otras cosas). O tal vez porque he visto muchas cosas, y personas, "mutar" en muy pocos días. O porque pienso en mutaciones futuras.
Lo cierto es que la palabreja que martillea en la cabeza, como esos días en que te levantas tarareando una musiquilla que ya no te abandona hasta la hora de acostarte, y la cantas en la ducha, en el coche, mientras cocinas o cuando friegas los cacharros, como si fuera un alien que se ha apoderado de tu voluntad.
Claro, que no sé de qué me quejo,yo, que escribo en la arena por vocación y habito en el desierto, porque nada hay más mutante que su paisaje. Tal vez sea todo mentira, tal vez me esté engañando, o esté mutando, y tenga que empezar a grabar en piedra mis reflexiones. Para que permanezcan.
En fin, no sé. Seguiré atenta a las mutaciones, seguiré como Diógenes con el candil buscando no sé qué. Aunque si busco la verdad, la que no cambia, tendré que hacer horas extras con la lámpara, y al precio que está el petroleo...
La mutación es inherente a la vida misma. Todos somos mutantes dentro de un mundo mutante. ¿No crees?
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