Si
los salvajes recortes en Correos no lo impiden, tres mil cartas empezarán a
llegar desde hoy mismo a la Moncloa, convertida en el nuevo Rovaniemi (donde
habita Papá Noel), y dirigidas al presidente Rajoy, con el propósito de ablandarle
el corazón en estos tiempos en los que el músculo tonto está más sensible que
nunca.
Tres mil cartas, como tres mil palomas blancas, han
sido depositadas en los buzones de toda España solicitando algo tan prosaico
como la rebaja del IVA cultural. No conozco el texto concreto, pero tendría que
ser algo así como “Querido presidente. Me
he portado muy bien este año, y, como empresario teatral (o musical, o de cine,
o promotor, o editorial), quiero pedirte que levantes el castigo de gravar con
el 21 por ciento de IVA cualquier manifestación artística destinada a alimentar
el espíritu de mis conciudadanos. Ya sé que estás muy ocupado alimentando a
poderosos señores, e intentando que suba el PIB y que se multipliquen los
contratos basura que engordan el bolsillo de los que más tienen, pero lo que yo
pido tampoco es tan costoso y te garantizo que el beneficio es muy grande. La
buena gente de este país, que tanto está sufriendo con la crisis, tiene derecho
a escuchar de cuando en cuando un buen concierto, a asistir a una
representación teatral o a olvidarse de sus problemas ante la pantalla de un
cine. Y a leer un buen libro o a visitar una biblioteca bien equipada. Soy
consciente de que la Cultura en general no está entre sus prioridades, pero sin
cultura no seríamos el gran país del que Vd. siempre presume. P.D.- Si lo tiene
a bien, y para no gastar otro sello, puede decirle a su compañero Wert que le
haga un huequecito a las enseñanzas artísticas y a la cultura clásica en sus
planes de educación. Sin otro particular, le deseo felices fiestas”.
No tengo esperanzas de que las tres mil cartas, ni
aunque fueran cien mil, logren su cometido. He visto al presidente en varios
partidos de fútbol; nunca en un teatro o en un concierto. Nunca lo he oído
hablar de Cultura, salvo para decir cuatro topicazos sobre la marca España. Y
siempre traduciendo todo a euros. Como diría Machado, “Sólo los necios
confunden el valor con el precio”.
Alguien pensará, legítimamente, que es una quimera
hablar de Cultura cuando hay tantas necesidades básicas por cubrir, cuando el
frío y el hambre no dejan mucho margen a otros pensamientos. Es difícil pensar
que puede sensibilizarse ante el hambre de saber quien mira hacia otro lado
cuando se habla de pobreza o desigualdades sangrantes. En estos tiempos del
cólera, en los que se piensa con la cartera más que con la cabeza, y el corazón
es tan sólo la bomba que permite mantener la renqueante maquinaria de la vida,
me vienen a la cabeza las palabras de Lorca con motivo de la inauguración de
una biblioteca: “Si tuviera hambre y
estuviera desvalido, no pediría un pan, pediría medio pan y un libro. Bien está
que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan.”
Tres mil cartas blancas, como palomas mensajeras,
vuelan hacia Moncloa pidiendo pan para la Cultura. Sé que es un tópico hablar
del alimento del alma, pero bienvenido sea si sirve para explicar que no se
puede utilizar la crisis para confundir valor y precio; que hay cosas que no
pueden pagarse con monedas, que son vitaminas para el espíritu, y que la
carencia de vitaminas produce enfermedades graves.
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