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jueves, 21 de junio de 2012

Desde Macondo. EL GRAN PODER


Es curioso comprobar cómo en pocos meses hemos introducido nuevos conceptos en nuestros diccionarios cotidianos, en nuestras conversaciones familiares y en las tertulias con los amigos. En cuatro días, el tiempo, la artrosis, el reúma, el novio de la hija-que no te gusta-o el coche, que ya va renqueando, han sido sustituidos por el IBEX, la prima, los mercados, el riesgo país, los bonos del Tesoro y el Fondo Monetario Internacional.

Todos entendemos de Economía, de macroeconomía, por supuesto. Todos estamos sumamente interesados por la información internacional, cuando hace cuatro días no todos podían situar Grecia en el mapa, y sólo nos interesaba lo de nuestro pueblo y, si acaso, la provincia o la región, amén del fútbol. Ya casi ni hablamos de políticos. Sólo de Bancos, brokers, tecnócratas  y especuladores. Y pocos ignoran quién es Keynes, Monti, la Merkel y qué paso en el crac del 29.

Vuelvo a ese Macondo que dejó de ser aldea para convertirse en una próspera localidad de comerciantes y hasta con una incipiente industria, primero de hielo y luego de helados, hasta que llegó la fiebre del banano, el monocultivo que daba dinero a espuertas. Y todos se contagiaron. El poder de la compañía bananera se reflejó también en lo político. Los funcionarios locales fueron sustituidos por forasteros autoritarios y «los antiguos policías fueron reemplazados por sicarios de machetes». Surgen así los conflictos sociales, la huelga general y la posterior y sangrienta represión.

Nadie entendió que el dinero, puro y duro, sustituyera las antiguas relaciones sociales, la calma y la paz de una comunidad que de mejor o peor forma, tenía sus necesidades cubiertas. Cada cual tenía su vivienda encalada, su comida, su río con el agua a la misma distancia de cada casa y un rato para dormir la siesta en los bochornosos veranos de la ciénaga.

Esto es ahora Macondo. La división de poderes de Montesquieu está tan lejos de nosotros como la remota aldea tropical. Ya no son Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Es Económico, Económico y Económico. No es el quinto ni el sexto. Es el único. El Gran Poder.

Y nosotros, como los macondinos, no entendemos para qué votamos, para qué trabajamos, para qué soñamos…

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