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jueves, 7 de junio de 2012

Desde Macondo. DIVINOS IMPUESTOS

Es un buen día para hablar de Iglesia. Para muchos, un jueves como cualquier otro. Para los católicos, uno de los tres que reluce más que el sol y, en esta tierra nuestra, por designio humano, que no divino, fiesta.
Sea como sea, la Iglesia es noticia desde hace varias semanas. Todo, porque a alguien se le ha ocurrido decir en voz alta que los bienes inmuebles de la Santa Madre deberían pagar impuestos como lo hacen las propiedades de cualquier hijo de vecino.
Y se armó el Belén. He leído, visto y oído de todo. Desde los aplausos más atronadores hasta el agrio ruido de las vestiduras al rasgarse, pasando por amenazas de hambre eterna y de llanto y crujir de dientes. Políticos de uno y otro signo, unos acalorados, otros pasando de puntillas, los más, diciendo que no toca; teólogos y purpurados, beatos escandalizados y gente de a pie, de la que paga religiosamente (vaya adjetivo que he utilizado), todos tienen-tenemos-algo que decir del tema.
Vaya por delante que yo no lo veo nada complicado. Existen unos acuerdos Iglesia-Estado que datan de 1979 (hace 33 años, la edad de Cristo), y que fueron hechos por gente de carne y hueso, es decir, que no son palabra de Dios y que, en un momento dado, podrían revocarse o cambiarse. Pero no voy por ahí. En este mundo tan complicado, voy por lo fácil. Cualquier edificio que no se destine al culto, sea de la confesión que sea, está obligado a tributar para sostener el Estado en el que se ubica.
Y ya está. No hablo de la catedral de Burgos, ni de la mezquita de Córdoba, ni de cualquier otra de las que nos cobran por entrar, aunque esto sea comulgar con ruedas de molino. Ni siquiera nombro a los conventos. Hablo de aparcamientos, pisos alquilados, solares o locales comerciales. Y no me vengan con que muchos edificios públicos tampoco pagan. Son eso, públicos, del Estado, de todos. Y las confesiones religiosas pertenecen al ámbito privado, no se nos olvide nunca.
Tenemos (tiene la Iglesia y pagamos todos), un ingente patrimonio histórico artístico que hay que preservar, y esto no admite discusiones. No seré yo quien ponga trabas a que se conserve cualquiera de las joyas góticas, románicas o mudéjares de nuestro territorio. Nadie pone trabas, y por eso todos entendemos menos esta actitud cicatera a la hora de cumplir con papá Estado.
Familias con el salario mínimo liquidan con todo el esfuerzo sus recibos de basura o contribución, y maldicen el mes de junio y la declaración de la Renta. Y nadie hace un escándalo por ello.
Desde antiguo, los grandes edificios religiosos eran costeados por reyes y nobles, y por las generosas aportaciones de los fieles, que contribuían a mantenerlos con la fe puesta en que Dios les devolvería ciento por uno.
En Macondo también hubo una Iglesia y el cura, el padre Nicanor, que tenía el don de la levitación, iba de casa en casa ofreciendo su espectáculo para recaudar fondos. Y se construyó un hermoso templo donde se bautizaron y se casaron varios Buendías.


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