Hace mucho tiempo (ultimamente, todo pasó hace mucho tiempo), escribí por encargo un artículo sobre una persona, a la que definía, robando la definición a Don Antonio Machado, como "en el buen sentido de la palabra, buena".
Y ahora, andando los años y removiendo papeles, me ha dado por pensar que alguien podría escribir casi exactamente lo mismo sobre mí. Sí, sobre mi, porque sin falsas modestias, soy esencialmente buena. En el buen sentido de la palabra.
No he hecho daño a nadie conscientemente. El inconsciente, ya sabéis que anda por su cuenta; he ayudado a la gente que me lo ha pedido, y aún a la que no quería dejarse ayudar, por orgullo, por pudor o porque realmente no lo necesitaba, a pesar del empeño que yo pusiera.
No he robado ni he matado. No he mentido (salvo por motivos de piedad); no soy avara ni tacaña. Lo mío es de todos (y así me va). He querido y quiero a los que me quieren, y a otros muchos que ni saben que existo.
En el capítulo de odios-si pueden llamarse así-, sólo hay escritos tres o cuatro nombres, y alguno, con interrogación.
He trabajado toda mi vida (esto no es vida), dando el doscientos por cien de mi voluntad y mi entendimiento.
Y cuando la rabia o los malos pensamientos se han adueñado de mí más de lo que podía controlar, he acudido al papel, o al ordenador por estar con los tiempos, para descargarla y evitar males mayores.
Y cuando la rabia o los malos pensamientos se han adueñado de mí más de lo que podía controlar, he acudido al papel, o al ordenador por estar con los tiempos, para descargarla y evitar males mayores.
En líneas generales, creo que todo esto se encuadra en la definición de buena persona. De alguien, en el buen sentido de la palabra, bueno. Puede que me deje un montón de cosas en el tintero, que alguien piense que la suma de mis bondades no es suficiente para ponerme buena nota.
Tal vez tenga razón. Pero no se me ocurre nada más.
"Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habitó,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago". (Machado)
Pues sí, yo a alguien así le llamo buena persona. Creo, por otra parte, que hay más de éstas que de aquellas otras, digamos, "con el colmillo retorcío"; lo que ocurre, claro, es que a las del colmillo se las ve y oye más.
ResponderEliminarPrecioso texto el de Machado que, se me ocurre, podríamos asociar a ese viejo refrán de "Haz bien y no mires a quien." ¿No?
Un abrazo.