domingo, 17 de abril de 2011
LIBROS Y AUTOAYUDA
Hubo unos años, en la preadolescencia, como dicen ahora, en los que cada verano leía, invariablemente, la saga completa de los Tres Mosqueteros. Es decir, el título citado, "Veinte Años Después" y "El Vizconde de Bregelonne". Diez volúmenes verdes que me duraban lo que las tardes de siesta de los meses de más calor. Y así un año y otro. Ya habían sufrido los sudores del verano y los fríos del invierno todos los títulos de Julio Verne, y los misterios de Los Siete Secretos y Los Cinco, que eran cuatro y un perro. Llegó muy pronto el capricho de la mitología, la griega, la romana, la egipcia... Y me sabía todas las historias del Olimpo, que eran las que más me enganchaban. Aprendí que leyendo se llevaban mejor las largas tardes de julio, y el irse pronto a la cama, porque entre semana no tocaba tele. Y el despistarse de las tareas escolares; y el consolarse cuando estabas castigada en casa, cuando tus hermanos mayores no te dejaban jugar con ellos o te tocaba vigilar a los pequeños. Luego llegaron otros problemas, los de la gente adulta. Otras penas, otras alegrías, otras decepciones, otras ilusiones... Y otros libros. Pasó la época de los clásicos, la del teatro, la del Siglo de Oro, la del realismo mágico, la de la poesía, la de novela negra o histórica. Todas pasaron, y todas se quedaron. Y aquí siguen, conviviendo en perfecta armonía, y apareciendo cuando es necesaria su presencia. Están de moda los libros de autoayuda para todo, para superar decepciones y depresiones, para dejar de fumar, para sobrellevar la crisis de los cuarenta, la de los cincuenta, la menopausia, para entender a los hijos o a los padres... Supongo que servirán de algo. Yo tengo mis libros para cada momento. Toca poesía en un estado de ánimo que no voy a contar aquí, y novela negra en otro, y en otro... En estos momentos, y como siempre que me pasa lo mismo que ahora, leo sobre Alejandro Magno. Sí. Como suena. Es un personaje que me fascina, y leo y releo sobre su vida, real o novelada, sobre sus estrategias, sus hazañas, su pasión por la multiculturalidad, su sexualidad ambigua, su carácter cruel y tierno. Leo igual a Quinto Curcio, su biógrafo, que a Plutarco o los historiadores actuales. Y es mi autoayuda.
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