Mira que pasamos años los
españoles en América y no fuimos capaces de descubrir Eldorado! Así, todo
junto, que a fuerza de nombrarlo y de buscarlo, se consolidó como topónimo,
como nombre propio. De Méjico a la Patagonia, pasando por los inhóspitos Andes,
la intrincada Amazonia, las selvas brasileñas, y hasta mi amado Macondo, por el
que entonces pasaron de largo, conquistadores leales o traidores a la corona
revolvieron cielo y tierra en pos de la leyenda de un lugar mítico en el que el
Rey andaba en cueros, pero cubierto de polvo de oro, y los súbditos arrojaban
cada día a la laguna sagrada toneladas del metal amarillo.
Tanto buscarlo
y, quinientos años después, descubrimos que está aquí mismo. No me extrañaría
que entre los presentes que Rajoy ha llevado a Obama en su histórica visita a
la Casa Blanca se cuente algún documento que lo pruebe. Oficialmente, los
regalos son una biografía de Vasco Núñez de Balboa, una copia de la carta en la
que se informa a Fernando el Católico del descubrimiento del Pacífico, y un
facsímil de un mapa mundi de la época, copias de originales que guarda la
Biblioteca Nacional.
Y el descubrimiento de Eldorado.
Estoy segura. Se lo habrá dicho de
palabra, porque eso de trazar mapas lleva su tiempo. Eldorado está en España y
lo he descubierto en sólo dos años, Barack. Me río yo de Lope de Aguirre y
demás conquistadores intrépidos. Varias docenas de recortes, una reforma
laboral con sus periódicas retoques, un par de subiditas del IVA y demás
impuestos, copagos varios, desahucios disuasorios para quienes tengan
tentaciones de no pagar la hipoteca, otra vueltecita a la bufanda de las
pensiones, para que los abuelos no se desmanden y un buen tajo a la Educación y
la cultura, que estos indígenas cuando piensan son peligrosos…
Y ya está. Sin
pegar un solo tiro hemos conquistado Eldorado. Lo de los daños coyunturales se
inventó más tarde, creo que fuisteis vosotros, los americanos, cuando la guerra
de Irak.
Como un moderno cacique, sin
plumas y con traje, Rajoy se ha plantado en el Despacho Oval para hacer su
ofrenda. España es ahora una balsa de aceite. Sueldos bajitos, gente calladita,
la molesta clase media extinta, banqueros y empresarios de postín donde tienen
que estar y Cáritas ocupándose de los pobres, que no molesten.
Eldorado, vamos.
Y se me ocurre pensar que, dándose
una vueltecita por este mundo en blanco y negro, muy lejos del amarillo dorado,
mi admirado García Márquez hubiera tenido material suficiente para escribir
quinientos años de soledad. Y sin esforzarse, sin exprimir la imaginación.
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