Si Balzac hubiera vivido en este tiempo, en nuestro hoy, hubiera tenido material más que suficiente para una docena de Comedias humanas. No terminó la suya porque la muerte, que no respeta ni la obra literaria, le llegó demasiado pronto. No tan pronto, sin embargo, como para no dejarnos intuir el certero análisis sobre los hombres y mujeres de su época, sobre los tipos sociales con los que convivió.
Su idea primera, analizar los tipos humanos como los biólogos analizan las especies animales, nos dejó una fotografía casi perfecta de la sociedad de su tiempo. Y tenía mucho menos material que ahora. Sin ninguna duda.
Los extremos se tocan. Y el drama, si no fuera tan dramático, sería cómico. Sería comedia. ¿Cómo interpretaría monsieur Honoré que una agencia de calificación, la que mueve el mundo, osara calificar la situación de un país sin saber nada de él? La República de España. Ahí queda eso. Y al oírlo, las Bolsas bajan, los bancos tiemblan, nosotros, contamos temerosos los pocos ahorros, para ver hasta cuándo nos llegan. Se preparan huelgas generales, más recortes, más medidas de ajuste, más... Y no somos república. ¡Vaya usted a saber si no se han equivocado también en lo de España, y querían hablar de Mozambique!
Es la comedia humana. La misma que nos habla de reactivar el consumo mientras recorta sueldos, da el placet al abaratamiento del despido, despide, permite la subida de precios de elementos básicos para la subsistencia, encarece las comisiones de los bancos, amenaza con cobrar la sanidad y la justicia y pone en peligro la educación pública, al tiempo que asegura que es imprescindible tener ciudadanos bien formados.
La comedia humana. La misma que permite que los inminentes gobernantes de esta no-república nuestra posen en foto oficial bajo una nube de contaminación negada hasta la saciedad, por encima de dictámenes científicos y de recomendaciones.
La misma comedia que, reconociendo todo lo anterior, nos empuja a resignarnos, a dar como inevitable lo que nos viene, lo que nos toca.
Papá Goriot, Eugenie Grandet, los campesinos de Les Chouens o los curiosos tipos de La Piel de Zapa, y todos los que se quedaron en el tintero, son casi una divina comedia comparados con la tragedia que hoy podríamos escribir si tuviéramos el talento de Balzac.
Tenemos los tipos. El decorado-volcanes, inundaciones, incendios, sequía, satélites amenazantes, guerra, secuestros y revueltas-, también ayuda. Falta la pluma maestra para escribir muchos volúmenes de nuestra particular Comedia Humana.
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