Pensamientos, ideas, palabras que engulle la arena en el mismo instante en que se han escrito

martes, 9 de noviembre de 2010

Ojalá que llueva café (A propósito de la sobredosis de "tea party")

Soy de las que no se despierta del todo hasta que no huele a café en la casa, de las que necesita café en vena para funcionar, de las que no acaba de comer hasta que no ve el fondo de la taza del expreso, de las que mete la nariz en el bote hermético como deben hacer los drogadictos con el pegamento (supongo).
Vamos, que si lloviera café saldría a la calle sin chubasquero y sin paraguas para empaparme bien, para calarme hasta el último poro de la piel.
Ay, ojalá lloviera café en el mundo. Como dice Juan Luís Guerra, hace falta un aguacero que lave de una vez por todas el insulso te que nos anega, que nos amenaza, que se cuela en nuestras casas furtivamente, por debajo de las puertas, por las ventanas abiertas... Y lo impregna todo.
El "tea party", por utilizar el término americano, se está llevando por delante todo aquello por lo que hemos luchado en el último siglo, y aún antes. No al preservativo, sí a los hijos que Dios quiera; no a la multiculturalidad y sí al racismo; América para los americanos, Europa para los europeos y España para los españoles; blancos sí, negros, amarillos y de cualquier otro color, no; sí a las armas, porque hay que defenderse de tanto desalmado que viene a quitarnos nuestro país y nuestra forma de vida la mujer debe realizarse en el hogar; el SIDA es un castigo divino; la masturbación es pecado; Darwin era un embustero y la teoría de la evolución una patraña; los homosexuales son enfermos, y como tal hay que tratarlos...
No me he inventado nada. Son máximas recogidas de los discursos de distintos líderes del Tea Party americano y que, por desgracia, suscriben muchos discípulos aventajados en otras partes del mundo. También aquí.
Millones de litros de café tienen que caer del cielo para lavar tantos horrores, tanta regresión, tanta caspa. Hacen falta torrentes impetuosos y desbordados que arrastren a tanto retrógrado que amenaza con llevarnos a la época de las cavernas, envalentonados con la ventaja que les dan la crisis y el descontento.
Y mientras, seguimos mirando al cielo esperando la lluvia. Ojalá que llueva café.

2 comentarios:

  1. Yo también meto la nariz en el bote del café. Antes lo meneo bien, lo dejo reposar un par de segundos, y... Donde esté un buen café que se quité cualquier té.

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  2. Apúntanos a la movida a los "tomadores de Mate" que unidos a los del café, lucharemos hasta el final por un mundo sino mas feliz , si mejor.

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